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Las lecciones del guatemalteco que innova junto a Microsoft

  • Por Soy502
13 de septiembre de 2017, 06:00
Gerardo Amaya es guatemalteco y también digital advisor de Microsoft. (Foto: Wilder López/Soy502)

Gerardo Amaya es guatemalteco y también digital advisor de Microsoft. (Foto: Wilder López/Soy502)

A finales de 2009, el ingeniero en sistemas Gerardo Amaya decidió emigrar de Guatemala. Empacó su vida y partió hacia Canadá con su esposa y dos hijos. Pensando en retrospectiva, siete años después y con dos pequeños más, reconoce que esa no fue la parte más difícil. 

“Moverse a otro país no es fácil, pero tampoco es imposible. Lo más difícil fue el proceso de abrir la mente al mundo de oportunidades que teníamos al frente”, recuerda Amaya. Como digital advisor (asesor digital) de Microsoft es una destreza que ejercita a diario. Debe ser capaz de identificar nuevas posibilidades de hacer negocios y de aplicar tecnologías que, en ambos casos, aún no existen. 

Gerardo Amaya visitó Guatemala para participar en un evento organizado por Agexport. (Foto: Wilder López/Soy502)
Gerardo Amaya visitó Guatemala para participar en un evento organizado por Agexport. (Foto: Wilder López/Soy502)

Amaya nació en Guatemala y empezó su carrera en el país estableciendo infraestructuras de comunicación en diferentes empresas. Trabajando en la banca, recuerda, tuvo un mentor que marcó su carrera profesional. “Me enseñó no solo el enfoque de tecnología, sino la relación que tiene con negocios. Ese enfoque me gustó: el de crear la armonía entre los dos y el de cómo se complementan”, relata.

Sin haber cumplido los 25 años de edad, decidió que se concentraría en aprender a “traducir el lenguaje de la tecnología al de los negocios y viceversa”, explica el ingeniero. No imaginó que, muchos años después, ese particular abordaje le abriría la puerta a una de las empresas de tecnología más grandes del mundo. 

Microsoft Canadá

“No estaba en mis planes mudarme de país”, confiesa Amaya. “No obstante, teníamos la oportunidad, ¿por qué no aprovecharla?, siempre podíamos regresar”, agrega.

El ingeniero participó en 2006 en el programa de visas de trabajo de Canadá motivado por la curiosidad de que el país norteamericano estaba buscando profesionales en el campo de la informática. Amaya recibió la residencia canadiense. Sin embargo, no fue hasta cuatro años después que decidió finalmente cambiar de aires. 

Al instalarse en Toronto, el guatemalteco continuó su trabajo como consultor de tecnologías. Un compañero le comentó sobre una oportunidad de trabajo en la división canadiense de Microsoft. “Fue un proceso de selección muy informal, asistí a un cóctel y platique con varios ingenieros y consultores”, evoca Gerardo. 

Las oficinas del Excellence Center de Microsoft Canadá, ubicadas en Vancouver. (Foto: clivewilkinson.com)
Las oficinas del Excellence Center de Microsoft Canadá, ubicadas en Vancouver. (Foto: clivewilkinson.com)

La primera persona de Microsoft con la que el ingeniero guatemalteco habló fue la mismísima presidenta de país de la compañía. “Empezamos a compartir ideas y a hablar de lo que ellos estaban haciendo, entendí la transformación que ellos estaban teniendo”, rememora. 

Hubo una conexión y Amaya se sometió a una serie de entrevistas. Habló con sus potenciales superiores, con compañeros con los que iba a trabajar y con tres de los cinco líderes de la oficina canadiense. El proceso tomó poco menos de tres meses. 

Innovar y fracasar

“En Microsoft tenemos un dicho que repetimos todos los días: ‘Si vas a fracasar, fracasa rápido, fracasa eficiente y muévete al siguiente fracaso’”, relata el ingeniero. Para él, sentirse cómodo con la idea del fracaso es necesario para aprender y mejorar. 

 “Cuando se trata de innovación y desarrollar nuevas ideas, todos caminamos en la oscuridad. Al ritmo que cambia el mundo no sabemos lo que va a pasar dentro de 10 o 20 años. Por esta razón lo que te queda es ejecutar de manera inmediata”, explica. 

Experimentar, poner a prueba las hipótesis y hacer preguntas difíciles es necesario, pero lo más importante es no tener miedo a no tener la respuesta o el resultado deseado. Esa es la esencia del trabajo de Amaya en Microsoft: equivocarse hasta acertar.

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“En la cuarta generación, que es en la que nos encontramos ahora, la tecnología va a tomar la forma que tú quieras. Las oportunidades son innumerables y todo es posible” concluye.     

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