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Militar, general y kaibil, pero presidente NO

  • Por Soy502
30 de agosto de 2015, 06:16
Este jueves, Pérez Molina presidió el acto protocolario del traspaso de poderes en el ministerio de la Defensa Nacional. (Foto: Jesús Alfonso/Soy502)

Este jueves, Pérez Molina presidió el acto protocolario del traspaso de poderes en el ministerio de la Defensa Nacional. (Foto: Jesús Alfonso/Soy502)

Militar, kaibil, general, militar, kaibil, general, militar, kaibil, general... Sustantivos que quiero gritar a los cuatro vientos un millón de veces.

Otto Pérez Molina ya no es mi presidente ni el de  los miles de guatemaltecos que se han pronunciado de diferentes formas en contra del nefasto personaje. Pero la institución militar, al mantener ese silencio sepulcral ante la problemática que vivimos, pone en evidencia que para ellos sigue siendo el militar Otto Pérez Molina, el kaibil Otto Pérez Molina, el general Otto Pérez Molina. Posiblemente, algunos de sus compañeros de armas sean de los poquísimos habitantes de este hermoso país que todavía tienen mandatario, porque el resto de nosotros #NoTenemosPresidente.

Al formar parte de la institución militar y más aún, al escalar tantos peldaños como lo ha hecho en su exitosa carrera marcial el deplorable OPM, se asumen responsabilidades y hasta juramentos para preservar no solo la institucionalidad del país sino la integridad de sus habitantes.

Este cobarde de OPM, que para mí, aunque sigue en funciones ya es ex presidente, no solo atenta contra estos pilares que juró defender, sino que se presenta como una verdadera amenaza. Una amenaza que podría llegar a niveles de merecer el título de terrorista, si la problemática explota ante su prepotencia de aferrarse al poder.

No estoy exagerando si consideramos que el pasado 27 de agosto de 2015, se llevó a cabo una de las mayores movilizaciones en la historia del país. Decenas de miles de guatemaltecos, en un esfuerzo pacífico (aún), declaramos fuerte y claro que lo desconocemos como Jefe de Estado. Ante semejante demostración de unidad y fuerza, este fallido Jefe de Estado se rehúsa a reconocer la realidad. Peor aún, se burla de la capacidad intelectual del pueblo y le falta el respeto nuevamente con el cinismo y prepotencia de sus declaraciones.

Si bien me causa un desagrado total la cobardía del innombrable, me asquea de forma similar la tibieza de la institución militar nacional que lejos de sentirse ofendida de tener en sus filas a tan deplorable personaje, mantiene el silencio y una apatía que, ante el actuar valiente de decenas de miles de civiles, se ve como una cobarde y traidora apatía.

No solo él ya no es presidente del país: ha traicionado a la patria. Además, se le suman miembros de su gabinete, diputados del partido Líder y la misma institución militar que lo apadrina y hace oídos sordos al clamor popular. Otto Pérez Molina es un un kaibil atrincherado y solo lo sacaríamos lanzando una granada dentro de la trinchera.

Pero antes de recurrir a eso y poner en riesgo la vida de civiles que exigen un alto a su mandato, existe una alternativa pues hay cinco diputados seleccionados al azar para formar la comisión pesquisidora que puede derribar esa trinchera y dejarlo expuesto.

La historia juzgará a estos personajes y los grupos que tienen un rol en la historia, pero por ahora lo único que está claro es que los héroes son los guatemaltecos valientes que con sus acciones dijeron ¡basta ya!.

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