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Sicario cumple promesa y visita tumba de su “patrón” Pablo Escobar

  • Por AFP
05 de diciembre de 2015, 20:49

De rodillas y armado con un ramo de flores, Popeye, otrora uno de los mejores gatillos del barón de la droga Pablo Escobar, se muestra como un asesino arrepentido durante una entrevista con la agencia de noticias AFP, ante la tumba del "Patrón" en Medellín, a quien sigue recordando como su "amigo".

Liberado el año pasado después de casi 23 años de prisión, Popeye, cuyo verdadero nombre es Jhon Jairo Velásquez, confiesa sin pestañear haber matado con sus propias manos "por lo menos a 250 personas, quizás a 300" y organizado otras 3 mil muertes.

"A este nivel uno no cuenta más. Yo no hacía una cruz cada vez que mataba a alguien", indica este hombre de 53 años de cabello raso y gris, sentado en un banco frente a la oscura lápida donde Escobar reposa desde el 3 de diciembre de 1993, en el cementerio de Itagüí, en una colina de Medellín.

La guerra fue brutal, del Cartel de Medellín contra el de Cali, contra el Estado, contra los norteamericanos (...) El problema de la guerra es que caen inocentes, señoras en embarazo
Jhon Jairo Velásquez
, sicario que trabajó para Pablo Escobar

Popeye dejó la casa de Escobar una mañana de julio de 1992. Tenía 30 años cuando se entregó a las autoridades. "Estaba enamorado. Quería vivir. Le entregué mi pistola. Nos abrazamos y lo dejé solo".

El capo fue abatido por la policía el 2 de diciembre del siguiente año. Condenado a 30 años pero liberado el 26 de agosto de 2014 de la cárcel de alta seguridad de Cómbita (departamento de Boyacá, centro), en libertad condicional por 52 meses y 22 días, Popeye reconoce haber comandado otras muertes desde su celda.

 

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