El presidente de Volkswagen, Martin Winterkorn, dimitió tras el escándalo desatado por la manipulación de las emisiones de gases contaminantes en sus vehículos diésel en EE.UU. En total el concesionario trucó más de 11 millones de vehículos.
La empresa confesó que los vehículos contenían "una pieza" que no debían y aseguró que ese software falseaba las emisiones contaminantes en los controles. Ese sistema ahora ya no está activo.
Los vehículos fueron fabricados en EE.UU., pero se encuentran en todo el mundo.
El director ejecutivo de Volkswagen en EE.UU., Michael Horn, entregó duras declaraciones y salió a asumir el grave error públicamente. "La hemos cagado por completo", expresó.
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El escándalo provocó un desplome en las acciones de la compañía. Cayeron un 19.82% en la Bolsa de Frankfurt, lo que podría suponer unos 18 mil millones de dólares, el mayor descenso de su historia.
Gobierno alemán
El ministro alemán de Transportes, Alexander Dobrindt, aseguró que el Gobierno germano no tuvo conocimiento de las prácticas fraudulentas de Volkswagen hasta el fin de semana y avanzó que la comisión de investigación creada por su departamento trabaja ya en la sede central de la empresa.
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La canciller Angela Merkel solicitó desde ahora el control minucioso de todos los modelos de la marca.





