Este 8 de octubre se cumple un año desde que el guatemalteco Otto Roberto Herrera García salió de la cárcel en EE.UU. Herrera era uno de los 41 narcotraficantes más buscados por EE.UU. en 2007, cuando lo capturaron en Colombia. Muchos todavía le creían confinado a una celda en EE.UU., cuando Herrera saltó a titulares noticiosos al destaparse su excarcelación, meses después que salió casi de puntillas de una prisión en Carolina del Norte. Ahora, ante la negativa de la Fiscalía de Washington, D.C., para revelar en qué circunstancias fue liberado de su sentencia por narcotráfico, su paradero es un misterio.
Pese a que la cancillería de Guatemala pidió un informe sobre su excarcelación hace varias semanas, la respuesta ha sido el silencio.
En Colombia, donde fue capturado, tampoco se sabe nada de él: a ese país no ha regresado y no hay registros migratorios recientes a su nombre.
Una fuente del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. (o Homeland Security), reveló que Herrera no ha salido de EE.UU. desde octubre de 2013 a la fecha. La fuente advirtió que eso no quiere decir que no haya salido del país bajo otra identidad, en caso estuviera bajo protección del gobierno estadounidense. De ser este el caso, las autoridades estadounidenses no habrían informado ni siquiera a la familia de Herrera, mucho menos al Gobierno de Guatemala.
Un alto ex funcionario del Departamento de Justicia de EE.UU. (USDOJ, por sus siglas en inglés) dijo que, si lo excarcelaron después de seis años de prisión (cuando podría haber purgado hasta 20 años), la decisión hacía creer que Herrera “brindó una colaboración sustancial al gobierno de los EE.UU.”.
Uno de los más sorprendidos con la noticia fue Fernando Carrera, cuando todavía era canciller de Guatemala (hoy es embajador ante la ONU). Carrera dejó el puesto sin recibir una respuesta de EE.UU. respecto a por qué no informó a Guatemala acerca de la liberación de Herrera. Pero el aviso de cortesía que el ex canciller tenía en mente habría ocurrido si el reo cumplió su sentencia sin beneficios de protección, que no parece haber sido el caso.
“Normalmente, los extranjeros son deportados a su país de origen después que han cumplido su sentencia”, dijo Michael Vigil, ex jefe de Operaciones Internacionales de la Agencia Federal Antidrogas (DEA, por su siglas en inglés). Sin embargo, Herrera no aparece en los registros migratorios de personas que ingresaron a Guatemala entre octubre pasado y la fecha.
Un portavoz del Buró Federal de Prisiones en EE.UU., Chris Burke, explicó que Herrera aparecía “liberado de su sentencia”. Esto es, su sentencia por narcotráfico y lavado de dinero, la fusión de dos casos de fiscalías del Distrito de Columbia (D.C., sede de Washington, capital estadounidense) y del Distrito Sur de Florida. Burke explicó que otras agencias, federales o no, podrían haber tomado a Herrera bajo custodia.
Pero si las fiscalías de D.C. y Florida quedaban descartadas, restaba la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). No obstante, Herrera no habría sido retenido durante once meses en ningún centro de detención para migrantes indocumentados. Además, en los registros del ICE no aparece nadie con el nombre de Herrera.
La agencia estadounidense responsable del caso del guatemalteco (que ahora tiene a los Lorenzana como figuras centrales) es la División Criminal del USDOJ. Sin embargo, un vocero de esta oficina, Peter Carr, rehusó comentar la razón de la temprana excarcelación del guatemalteco, y su paradero. Además, la DEA también guardaba hermetismo respecto a Herrera, ante preguntas de la prensa en EE.UU., previo a divulgarse su excarcelación.
Otros casos demuestran que el USDOJ no siempre informa del paradero de presos famosos, gocen o no de protección. En junio de 2011, Colombia extraditó al último capo del Cartel de Cali a EE.UU. (y ex socio de Herrera), Phanor Arizabaleta Arzayús. El colombiano sería procesado por la corte del Distrito de Columbia que llevó el caso que Herrera. Sin embargo, para noviembre del mismo año, una fuente de la Embajada de Colombia en Washington, D.C., dijo que esa sede diplomática no había sido notificada de la llegada de Arizabaleta a EE.UU., ni de su reclusión en un centro de detención de esa ciudad. Para 2012, después de sólo un año en prisión, y una sentencia reducida, el colombiano fue deportado a su país.
En 2009, una fuente del Consulado de Guatemala en Nueva York aseguró que el USDOJ no informó a ese consulado acerca del juicio por narcotráfico que enfrentaría en esa ciudad el guatemalteco Jorge Mario Paredes Córdova (condenado en 2010 a 31 años de cárcel). La fuente consular se enteró por medio de la prensa, tal como le ocurrió a Carrera y a otros funcionarios, después de la excarcelación de Herrera. Mientras tanto, Herrera se perdió en el mapa.
