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En los zapatos de Erick Barrondo

  • Por Soy502
02 de agosto de 2014, 09:09
Erick Barrondo entrena ahora en buenas condiciones, pero no siempre fue así. (Foto: Nuestro Diario).

Erick Barrondo entrena ahora en buenas condiciones, pero no siempre fue así. (Foto: Nuestro Diario).

El marchista guatemalteco Erick Bernabé Barrondo García, cambió su vida en una hora 18 minutos y 57 segundos. El atleta originario de la aldea Chiyuc, San Cristóbal, en Alta Verapaz, hizo posible lo que se veía lejano en el deporte de nuestro país: subir al podio en unos Juegos Olímpicos y lo logró en Londres 2012.

Barrondo consiguió la medalla de plata el 4 de agosto de 2012 en Londres. La fecha es histórica para el deporte de Guatemala.
Barrondo consiguió la medalla de plata el 4 de agosto de 2012 en Londres. La fecha es histórica para el deporte de Guatemala.

Guatemala debutó en Justas Olímpicas en Helsinki en 1952, y hubo que esperar 60 años para conseguir la primera presea. Barrondo, con 21 años, se colgó la medalla de plata y sumó de paso la octava medalla olímpica de Centro América en toda la historia (Costa Rica tiene cuatro y Panamá tres). Para dimensionar el dato, solo el nadador estadounidense Michael Phelps conquistó 22 medallas en tres ediciones de Juegos Olímpicos. Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012.

Los adjetivos para calificar la proeza de Erick Barrondo abundaron ese inolvidable 4 de agosto de 2012. De inmediato la lluvia de halagos se hizo sentir de parte de todos los sectores de la sociedad.

Si Barrondo no estrenó camiseta cuando se ganó la medalla de plata en Londres, tú tampoco necesitas usar nada nuevo el día de tu competencia.
Si Barrondo no estrenó camiseta cuando se ganó la medalla de plata en Londres, tú tampoco necesitas usar nada nuevo el día de tu competencia.

Invitaciones, entrevistas, reconocimientos, fotos y autógrafos invadieron la rutina de Erick, que cambió de un día para otro. Dejó de ser “uno más” y se convirtió en el deportista guatemalteco más importante de todos los tiempos. Su vida personal se convirtió en pública.

Al instante muchos empezaron a “subirse al carrito del triunfo”, intentando tomarse la foto ganadora con el joven marchista. El discurso sobre la “humildad” y “oportunidades” se puso de moda con relación a la hazaña de Barrondo.

El mérito del marchista cobanero es total y está claro que es un ejemplo de lucha y perseverancia, a pesar de las limitaciones. Pero yo pregunto: ¿A cuántos Erick Barrondo nos perdemos en Guatemala? Si Erick se hubiese formado como atleta integral, se llenaría más de hazañas deportivas y atrás de él, vendrían más generaciones de atletas exitosos.

No es tema exclusivo del deporte, tiene que ver con el país y las condiciones de vida con las cuales se desarrollan muchos guatemaltecos. Que Barrondo haya podido superarse, no tiene que servir de justificación para seguir igual, al contrario, tendría que ser un llamado a la reflexión de cuánto, cómo y en qué se invierten los recursos destinados al deporte.

Salud, alimentación, educación y centros de entrenamiento contribuirían en profesionalizar todo el proceso de formación de los deportistas de alto rendimiento. Sin olvidar por supuesto, el reto de masificar las disciplinas deportivas.

La medalla cambió la vida de Erick Barrondo. Ahora es un personaje público. Ahora tiene también una responsabilidad ante la sociedad. Pese a su corta edad, 23 años, lo ha asumido plenamente. (Foto: Nuestro Diario)
La medalla cambió la vida de Erick Barrondo. Ahora es un personaje público. Ahora tiene también una responsabilidad ante la sociedad. Pese a su corta edad, 23 años, lo ha asumido plenamente. (Foto: Nuestro Diario)

En el plano personal, la vida de Barrondo también cambió. Dos agentes de seguridad asignados por el Ministerio de Gobernación lo acompañan día y noche. En la calle, centros comerciales y restaurantes ya no pasa desapercibido y constantemente es asediado, al borde de casi ser obligado a no poder negarle una foto o un autógrafo, y si lo hace, se somete a la condena popular.

“Qué se cree, ya se le subió”, comentan muchas personas ante el “agravio” de “nuestro” medallista olímpico, que hace dos años y días, no existía (aunque ya había ganado oro en Juegos Panamericanos, 2011). Así de crueles podemos ser y eso que Barrondo a penas tiene 23 años y una carrera deportiva por delante.

Su vida privada se redujo a la exposición pública. Es cierto que se convirtió en figura nacional y aunque a tan corta edad lo aprendió a asumir, no creo que sea fácil. 

No es metáfora, ni moralismo, pero creo que nos vendría bien “ponernos en los zapatos de él”, pero no solo los de ahora, los de Erick Barrondo ganador, sino también con los zapatos rotos que le tocó crecer en un contexto desigual como el de miles de guatemaltecos. ¿Cambiamos de zapatos?

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