Llevamos meses diciendo en este espacio (y tanta gente en tantos otros) que la elección de Fiscal General era uno de esos puntos de inflexión que definirían el futuro político de este país. Qué razón teníamos los que decíamos eso (virtualmente todos).
Yo particularmente he repetido también que la decisión más importante la tomaría el Presidente, que era imposible que no llegase a la lista de seis al menos un candidato que supusiera un cambio sustantivo en la relación MP-CICIG. ¡Qué equivocado estaba al decir eso!
Y es que el lunes, sin que el Presidente haya tomado una decisión, le fueron presentados los seis nombres de donde saldrá su elegido o elegida para conducir durante cinco años el MP.
Ni Acisclo Valladares ni Franc Martínez ni Rafael Rojas ni Erick Álvarez ni alguno de los otros menos conocidos que eran “de Jimmy” pasaron el corte.
La lista claramente se mueve en la dirección de un continuismo (con matices más o menos profundos dependiendo del caso) en la estrategia de lucha contra la corrupción. Hay cuatro candidatos claramente continuistas y dos que no harán revoluciones.
Después del breve respiro que le dio al Presidente la consulta de Belice no pasaron más de doce horas y ya nadie hablaba del tema. Para más inri la Embajada (ustedes saben cuál) operó de tal manera que le ha dejado casi sin capacidad de maniobra.
Las opciones del Presidente Morales están muy restringidas y lo que necesitaba (que era un Fiscal suficientemente loco o loca como para entrar con una retroexcavadora a la sede del Ministerio Público), no lo tendrá.
Todos trabajarán con Estados unidos y con el Comisionado, en una línea similar a la marcada en 2015. Ninguno de la lista desmontará fundamentalmente al equipo actual, ni redefinirá radicalmente su relación con CICIG. Algunos incluso poseen perfiles con capacidades como para darle un aire fresco al legado de Aldana.
Los actores políticos ahora deben reaccionar. Los expectantes del proceso (incluido el Presidente) deben pensarse mucho si quieren seguir siendo liderados por un Arzú que, pese a las expectativas que generó su capacidad de “hacer la guerra”, poco más que molestar ha logrado.
Habrá políticos que le vayan en el Mundial de Rusia a Brasil, a España, a Argentina o a Alemania. Dudo que haya ninguno que se ponga la camisola de Arabia Saudita. Nadie quiere ir con equipo perdedor.
No sé por qué deberían tener una lógica distinta en esta lucha de poder y apostarle al caballo perdedor. Se adivina desbandada.
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