Hemos estado sumidos en las revoltosas actividades de las elecciones de órganos contralores.
Nada funciona.
Todo está sujeto a procesos interpretativos. A juicios. Para muchos, esto es cosa de abogados. Lo malo es que es cosa de todos.
Ya bien decían en un noticiero que la Contraloría era una entidad ineficiente. Es una entidad que no sirve. Hay tantas componendas e intereses creados que resulta ser un puesto para cobrar buena plata. Eso compra, cada 4 años la tranquilidad del gobernante de turno. ¿Recuerda usted algún caso de impacto descubierto por la Contraloría? La prueba rendida por ellos, ni siquiera pudo servir para condenar a Portillo.
Sin embargo, esa institución debería custodiar nuestro dinero. El erario público ES NUESTRO DINERO.
La otra elección ahora cuestionada es la de magistrados. Otra "cuestión de abogados", según muchos. Esa es cuestión de libertad. La suya. El organismo judicial debe ser quien dirima todos los conflictos que las partes no pudieron resolver por sí mismos. Desde el robo de una gallina hasta el homicidio de un ciudadano, pasando por el desfalco y abuso de poder del gobernante de turno.
El abuso de poder ocurre cuando no hay organismo judicial independiente. ¿Recuerda el caso del presidente Nixon en Estados Unidos? La colocación ilegal de micrófonos en la convención del partido contrario lo obliga a renunciar por el simple miedo al sistema judicial. Sin más. Allá los jueces no duran 5 años en su puesto. Los magistrados de corte suprema no duran 5 años en su puesto. No tienen un sistema en el que todos los jueces y magistrados se cambian en períodos tan cortos. ¿Recuerda la última elección de corte suprema de Estados Unidos? Fue en el período del actual presidente Obama. Se eligió UN magistrado. Bueno, magistrada. Ella estará allí hasta que muera, renuncie o le descubran delitos.
Muchos dicen que esos sistemas no funcionan en Guatemala por nuestra idiosincracia. Sin embargo, la idiosincracia también puede ser producto de la creación de instituciones (normas) que las fomenten.
El ser humano responde a incentivos, por lo que las normas pueden modificar esos incentivos de manera que la conducta cambie.
¿Hacemos el intento?
