Recuerdo cuando al menos se hacía un esfuerzo por disimular los trinquetes y las picardías. Cambiaban leyes, se preocupaban por crear redes de empresas para esconder los caminos del dinero, amañaban las licitaciones. ¡Ah, tiempos aquellos!
Ahora ya ni eso. El descaro es la regla.
La nueva idea de la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT, de contratar una "asesoría" a la que le podrían pagar hasta una comisión del 30% --sólo por decirlo me brinca el ojo y se me atora la garganta-- me parece lo más descabellado e insolente que he escuchado.
¿Qué no vieron el lío que se le armó a las municipalidades que delegaron el cobro de impuestos? ¿Y la Superitendencia misma, el ente autónomo recaudador, creado para cobrar los impuestos, necesita tecomates para nadar? ¿Para qué existe pues?
Como que ahora ya les da pereza robar de los contratos y quieren meter la mano directo en el bote de las galletas ¡y llevarse una tercera parte! ¿Será que necesitan argentinos para hacer esa movida? Yo digo que mejor vayan a buscar a doña Gloria Torres y que ella les cuente cómo descremaba a las municipalidades. Si no mal recuerdo, ella cobraba el 14%. ¡Les sale más barato y conoce bien el "mercado"!
Lo más divertido es que estos señores ponen cara de pito y pretenden que no saben cómo hacer para incrementar la recaudación. Tan perdidos están que necesitan que vengan los amigos de Cristina de Kirchner a contarles cómo va la cosa.
Ante todo, resolver el 80/20 del problema fiscal de Guatemala no es un asunto técnico: es sobre todo político. ¡Los señores de la SAT saben dónde está el dinero! Y si son tan brutos como para no saberlo, que salgan a la calle y le pregunten a la primera persona que vean caminando: seguro les da una buena guía.
Todos sabemos cuáles son las grandes fisuras del sistema. Para echarles cemento y taparlas, más que cualquier cosa se requiere tomar decisiones políticas. ¡Y ya!
Seguro que se puede hacer mucho en términos administrativos e informáticos para mejorar la marcha de la operación, pero no creo que valgan 30% de lo recaudado.
Espero que los señores del Directorio de la SAT le pongan la tapa al pomo de esta discusión. Porque si no, ¿adivinen qué? Dejan pasar una medida como esta y entonces sí van a ver cómo baja la recaudación ¡pero de verdad!
