La moda mediática ha sido la propuesta de Ley de Inversión. Se discute entre posiciones, pero pocos han discutido principios.
Tenemos un mal derivado de mala legislación y por eso, es momento de discutir el apego a principios.
Comentaba alguien en tuiter que todas las leyes en Guatemala venían "privatizadas". Se refería al hecho que casi cualquier ley tiene beneficiario identificado. Es una repartición casi descarada de privilegios. Es decir, "leyes privadas". Este tipo de legislación deja de ser apegada a Derecho. Para ser una verdadera Ley, todo acto legislativo debe ser general, abstracto e impersonal.
Cuando las leyes llevan beneficiario directo, dichos principios resultan violados y nos alejamos del bien común.
Esa costumbre está arraigada por más de 200 años de actuación similar.
Buscar con legislación "promover" alguna actividad o industria es permitir que el bien común le dé la espalda a la población.
Es el camino para alejarnos de las verdaderas funciones del Estado para empezar a promover una estructura política que reparte dichos privilegios y, por tanto, atrae a los buscadores de fortunas malhabidas a un nuevo negocio: ser político.
Un sistema de Derecho cultiva servidores públicos. Un sistema de reparto de privilegios engendra sanguijuelas.
Juzgue usted qué tenemos.
