Hace dieciséis años, en la misma sala del condado de Wayne, Martell se presentó ante el juez y se declaró culpable de vender y fabricar crack.
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Edward Martell se juramentó como abogado en el Colegio de Abogados del Estado de Michigan frente a la sala del juez, Bruce Morrow.
Después de haber sido atrapado en una red de tráfico de drogas, el joven de 27 años fue al tribunal, posiblemente 20 años de prisión. En lugar de ello, salió con una sentencia de tres años de libertad condicional.
Martell dice que estaba preparado para enfrentarse solo a los desafíos que se avecinaban, el juez Morrow permaneció a su lado desde el día en que salió de aquel juzgado.
Fuerza para crecer
Martell, de origen mexicano e hijo de una madre soltera, estaba acostumbrado a luchar. Creció en una vivienda de bajos ingresos, dependiendo de la ayuda del gobierno para sobrevivir cada día.
Toda su vida estuvo relacionada con el tráfico de drogas, hasta el momento en que conoció al juez Morrow.
El juez pudo ver durante años el crecimiento de Martell, empezando por su inscripción en un colegio comunitario, hasta ganar una beca académica completa para la Universidad de Detroit Mercy, y graduarse como el mejor de su clase.
Luego de tres años como asistente de derecho penal en el Perkins Law Group, Martell se incorporó al equipo como abogado penalista. Ahora, padre de cuatro hijos, su objetivo ya no es mejorar su propia vida, sino mejorar la de sus hijos y la de las generaciones siguientes.