Álvaro Arzú falleció el viernes pasado a los 72 años de edad. Sin embargo, según el libro “Arzú. Y el tiempo se me fue”, logró ganarle a la muerte en varias ocasiones. Sobre todo en manifestaciones, cuando se vio en medio de fuego cruzado. Una vez por error un guardaespaldas disparó su escopeta y los perdigones le hirieron una pierna.
Estas son las cinco ocasiones en las que, según el libro, estuvo más cerca de fallecer.
En enero de 1980, Arzú era el Director del Inguat. La guerrilla hizo explotar una bomba debajo de su despacho, a las 21:50. Por la hora, no se esperaba que hubiera gente laborando, pero presumían que el entonces director trabajaría hasta tarde.
Las elecciones de 1990 fueron muy peligrosas. En ellas, Arzú sufrió dos accidentes aéreos. También, en una gira por Jutiapa, con una comitiva de dos vehículos, una llanta explotó y el jefe de seguridad disparó por accidente su pistola dentro del carro en donde iba el ex alcalde. Al principio creyeron que se trataba de un atentado, pero luego vieron que el herido fue el propio guardia por sí mismo.
Como presidente, el 4 de febrero de 1996, el lechero Sas Rompich, aparentemente borracho, apareció en el mismo lugar en que Arzú y su esposa cabalgaban. El piloto aceleró en su picop para arremeter contra los jinetes, pero la Guardia Presidencial se interpuso. El atacante no se calmaba, por lo que todo terminó en su muerte.
En julio de 2004, Álvaro Arzú percibió una mancha negra en el hombro, al cual no le prestó mucha atención. Se aplicó una pomada por varios meses, hasta que le explotó por dentro. Su médico particular le mandó hacer exámenes y cuatro días después le comunicaron que se trataba de un melanoma, de grado cuatro, el más crítico. En ese entonces, le dieron seis meses de vida, en caso de no tratarse.
En 2004 fue la vez que estuvo más cerca de la muerte por razones violentas. En la 7ª. avenida de la zona 9, se detuvo en un semáforo. Antes había escuchado algunos disparos. Se trataba de unos asaltantes que habían atacado a un muchacho. Luego fueron en contra del guardaespaldas de Arzú, que lo seguía en moto, probablemente para robársela. El guardia les aventó el vehículo y se fue a esconder detrás de un mupi. Arzú miraba esto por el retrovisor y tomó la escuadra que tenía para defender a su protector. Uno de los asaltantes corrió hacia el guardia, le disparó, pero no le acertó. Entonces vio a Arzú con el arma, y el alcalde, por el nerviosismo, se le cayó. Entonces el asaltante le disparó a Arzú a dos metros de distancia, pero por alguna razón la pistola se trabó. Insistió en hacerla percutar, pero no funcionó. Entonces decidió irse porque Arzú y el guardaespaldas ya se estaban reincorporando.
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