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El entierro exprés de Ríos Montt y la propaganda de Zury

  • Por Mario Cordero Ávila
11 de abril de 2018, 21:00
El ex jefe de facto, José Efraín Ríos Montt, murió el domingo 1 de abril. (Foto: Wilder López/Soy502)

El ex jefe de facto, José Efraín Ríos Montt, murió el domingo 1 de abril. (Foto: Wilder López/Soy502)

El general retirado José Efraín Ríos Montt, ex jefe de facto de Estado y expresidente del Congreso, falleció el Domingo de Resurrección, aunque esto parezca un oximoron. Para algunos era un héroe y para otros un genocida.

Por esta misma bipolaridad de su figura, considero que era muy importante que la familia diera certezas de su deceso.

En resumen: la familia de Ríos Montt da a conocer que murió el Domingo de Resurrección y es el abogado y luego la hija quienes ofrecen declaraciones a los medios. Se decide descartar toda honra fúnebre y velarlo en casa. El cuerpo sale ese mismo día rumbo al cementerio, con el ataúd cerrado.

Aunque Ríos Montt hubiera podido optar por diversas honras estatales, su familia decidió velarlo y enterrarlo ese mismo día. Seguramente prefirieron hacerlo rápido ante la posibilidad de que muchos manifestantes llegaran a insultar.

Es posible también que el físico del general haya cambiado muchísimo y quizá sus familiares prefirieran que lo recordaran en vida, no con el rostro demacrado. Además, tras una larga enfermedad, una noche velando puede resultar muy desgastante. 

Todas esas consideraciones son muy válidas para un ciudadano común y corriente. Pero José Efraín Ríos Montt no era un hombre cualquiera, sino una figura dominante de la política guatemalteca de los últimos 50 años.

Un tribunal lo condenó por genocidio en una fecha memorable: 10 de mayo de 2013 (parece que le gustaban las fechas clave). Semanas después, la CC ordenó suspender la sentencia (que no significa lo mismo que revertirla) y reparar partes del proceso que a consideración de la defensa y de tres magistrados de la CC, debían tomarse en cuenta.

No es la primera vez que la CC apoyó a Rios Montt de forma ilegal, como fue el caso de su inscripción como candidato presidencial tras los disturbios del llamado "Jueves Negro", en julio de 2003. Aunque esa decisión ya fue anulada y retirada de la jurisprudencia por parte de la misma CC.

A pesar de que el proceso por genocidio se retrotrayera para introducir estos elementos, la decisión finalmente tendría que haber sido la misma.

Cuando se reactivó el juicio, los abogados de Ríos Montt alegaron que su cliente estaba mentalmente incapacitado. Ante la desconfianza de los magistrados del tribunal, ordenaron que el general fuera trasladado a la sala, lo que supuso un penoso evento al verlo ahí inconsciente, en camilla y con gafas oscuras.

El Tribunal ordenó ingresarlo entonces en el Federico Mora, por ser el hospital estatal especializado en enfermedades mentales, pero la familia se opuso y pidió que fuera evaluado por médicos particulares. Tras una serie de eventos, finalmente se determinó la incapacidad cerebral de Ríos Montt, lo que provocó que ya no tuviera que presentarse al juicio.

El juicio continuó, pese a los esfuerzos de la familia para evitar una segunda condena.

El Domingo de Resurrección es un buen día para dar noticias sin que nadie se entere, ya que la mayoría de guatemaltecos están viajando, en la playa o simplemente descansando.

Fue su abogado quien dio la noticia. ¿Por qué no el médico? ¿Alguien vio el cuerpo? ¿El acta de defunción? Debido a su condición de estar señalado de genocidio, el MP y el Inacif debieron haberse presentado para certificar su deceso. 

Si esos trámites se exigen para los ciudadanos comunes, cuyas causas de defunción deben certificarse por las autoridades, ¿no debió exigirse lo mismo de un personaje relevante y sujeto de un proceso judicial paradigmático, como Ríos Montt?

Haber reservado su cuerpo pudo ser motivo de señalamientos. Quienes lo consideraban un héroe, seguramente lo hubieran querido recibir con honras fúnebres en su calidad de ex jefe de Estado en el Palacio Nacional; como expresidente del Congreso en el Palacio Legislativo, y como General en la Guardia de Honor. Y quienes lo consideraban un genocida, requerían tener la certeza de que no estuviera evadiendo una condena.

Su muerte fue como una huida, tal y como huyó cuando aceptó sin protestar que perdió la Presidencia por un fraude.

A ello hay que agregar que tres días después de su muerte, Zury Ríos lanza un spot electoral, que debería ser considerado como campaña anticipada por el TSE, ya que enaltece su figura, no la invitación a afiliarse.

Cualquier hija tan unida a su padre, a los tres días todavía estaría de duelo. Y si ya estaba programado ese lanzamiento, los asesores del partido debieron haber estado atentos a que era un mal momento y debieron haberlo suspendido.

Tal parece que algunos políticos no entienden.

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