La grandeza llega a los clubes de fútbol conforme acumulan trofeos pero solo se convierten en legendarios por sus grandes jugadores, mitos de un solo molde como el singular Alfredo Di Stéfano, genio hasta la última de sus células.
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DEP D.Alfredo Di Stéfano. Nunca olvidaré cada momento vivido con una leyenda del fútbol mundial.
En 1947 se convirtió en el máximo goleador de la liga argentina. Su velocidad, endiablada, le facilitó el apodo. La 'barra brava' de River le cantaba en el Monumental de Buenos Aires: "Socorro, socorro, que viene la Saeta Rubia con su propulsión a chorro...".
Alfredo Di Stefano: "Soy argentino, pero no pude volver a Buenos Aires, me quedé enganchado de por vida al Real Madrid"
El UNICO Super Balon de Oro de la HISTORIA, Don Alfredo Di Stéfano. #EternoAlfredo pic.twitter.com/n66iKut16w
En la primavera de 1966, una tarde del 3 de abril, Di Stéfano jugó su último encuentro oficial. Militaba entonces en el Español de Barcelona y se retiraba, por diversas circunstancias, sin poder disputar Mundial alguno, ni con Argentina ni con España.
Di Stéfano debutó como entrenador con el Elche. Después dirigió al Boca Juniors, Valencia, Real Madrid, Sporting de Lisboa, Rayo Vallecano, Castellón y River Plate.
Tan libre para vivir como esclavo para morir, Di Stefano amó la vida hasta el infinito y vivió con pasión el fútbol. El mejor futbolista de su época (años 50 y 60) y puede que el mejor de todos los tiempos no pudo con el último regate ante su peor enemigo, la muerte.
'Gracias, vieja' fue el título de sus memorias y dedicada, con esta frase, a la pelota, el instrumento con el que fabricó placer, fama, fortuna y leyenda.
Descansa en paz Alfredo Di Stéfano. Leyenda del fútbol.
También el Real Madrid puso su nombre al estadio en donde juega el equipo filial y se entrena la primera plantilla. El día de su inauguración, hace siete años, Di Stéfano dejó una de sus frases proverbiales: "Agradezco poder disfrutar en vida porque, en este país, lo normal es que te hagan los homenajes cuando has cruzado la raya".
Sólo ganó cinco Copas de Europa seguidas y marcó en todas las finales. Quizá dentro de 10.000 años le iguale algún robot.
Pero el dolor cae ahora como la noche e inunda con su silencio los campos y canchas de Argentina y España, dos países en donde hoy el fútbol se ha detenido, gélido, pálido por la muerte del mito, de un genio de la 'vieja pelota'.




