Arjen Robben estuvo marcado por una serie de lesiones y enfermedades a lo largo de su carrera y fue nombrado como “el hombre de cristal”. Resurgió de sus cenizas y llevó al Bayern Múnich a la gloria y buscará repetir su hazaña con la Naranja Mecánica.
Debutó a los 16 años con el Groningen holandés, luego fue transferido al PSV Eindhoven, con el que marcó 12 goles y ganó la Supercopa de Holanda.
En 2004, el magnate ruso Roman Abramóvich, dueño del Chelsea, pagó 180 millones de quetzales por él. Desde su llegada a Inglaterra sufrió varias lesiones. Una fractura en el empeine derecho durante un juego de pretemporada lo dejó cinco meses fuera de las canchas. Además, con apenas 20 años, luchó contra un tumor canceroso en uno de sus testículos.
Se recuperó de la lesión, se ganó un puesto titular en el Chelsea de José Mourinho y se coronó campeón de la Premier League en dos oportunidades.
En 2007, el Real Madrid lo fichó por Q360 millones.
Su cuerpo no le dio razón a sus palabras. La nube negra siguió sobre él. Durante sus dos años como jugador del Real Madrid, Robben, al que llamaban “el jugador de cristal”, sufrió diez lesiones.
Fue vendido por Q250 millones al Bayern Múnich. En su debut, marcó dos goles en menos de 45 minutos. Anotó 23 tantos en 37 partidos, diez más que los que hizo durante dos años en el Real Madrid.
En 2013 fue el momento para levantarse y arder en éxitos. En la final de la Liga de Campeones anotó en el minuto 89 el gol que llevó al Bayern a coronarse campeón de Europa. Fue pieza clave para que el equipo alemán se quedara con todos los títulos que disputó.
Llega a Brasil 2014 con el papel de figura y candidato a levantar la ansiada primera Copa del Mundo naranja.





