Principales Indicadores Económicos

Emprender, fallar y volver a empezar

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25 de octubre de 2025, 18:33
La resiliencia se ha convertido en una de las habilidades más valoradas por los emprendedores en el mundo contemporáneo. (Foto: Archivo/Spy502)

La resiliencia se ha convertido en una de las habilidades más valoradas por los emprendedores en el mundo contemporáneo. (Foto: Archivo/Spy502)

Por Walter Menchú*

La resiliencia —entendida como la capacidad de adaptarse ante la adversidad— se ha convertido en una de las habilidades más valoradas en el mundo contemporáneo. En una época marcada por cambios tecnológicos, económicos y sociales acelerados, adaptarse se vuelve más importante que ir contra la corriente y resistir.

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Aunque el término "resiliencia" ha ganado popularidad en años recientes, su esencia está presente desde el siglo XIX, cuando Charles Darwin propuso que los individuos que mejor se adaptan a su entorno tienen mayores posibilidades de sobrevivir.

Esta idea, originalmente planteada en el campo de la biología, tiene una aplicación directa en el ámbito social y empresarial. En contextos de constante cambio, quienes se aferran al pasado quedan rezagados, mientras que quienes evolucionan con el entorno aumentan sus posibilidades de éxito.

Resiliencia en el emprendimiento: el valor de intentarlo de nuevo

En el mundo del emprendimiento, la resiliencia no es solo un valor deseable, sino una característica bastante común. Así lo muestra el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2024/2025: quienes han cerrado un negocio tienen el doble de probabilidades de iniciar otro, en comparación con quienes nunca han emprendido.

Esto confirma una intuición cada vez más aceptada: el fracaso no es un punto final, sino parte del proceso emprendedor. La resiliencia permite aprender de los errores, redirigir esfuerzos y fortalecer capacidades. Muchos de los emprendedores exitosos tienen historias de fracasos previos, y lo que los distingue no es haber evitado el tropiezo, sino cómo se levantaron después.

El éxito empresarial nunca está garantizado. No basta con tener una buena idea: es fundamental ejecutarla eficazmente y responder a las necesidades del mercado. Incluso así, el fracaso es probable. Pero lejos de ser el final del camino, muchas veces representa una etapa de aprendizaje que fortalece al emprendedor para futuros intentos. El emprendedor resiliente no sólo sobrevive: mejora.

Datos recientes sobre emprendimiento en Guatemala

Según el GEM, en Guatemala un 5.6% de la población adulta descontinuó un negocio en los últimos 12 meses. Esto equivale a unas 573 mil personas. A nivel mundial, la tasa de clausura de negocios varía entre 1.1% y 9.5%, con Guatemala en la décima posición entre 51 países evaluados.

Estos datos nos dan una idea clara de que el emprendimiento en el país es dinámico y que una parte considerable de la población está dispuesta a asumir riesgos. En América Latina, la cifra promedio es de 5.8%, lo que muestra que Guatemala no está sola: en economías con ingresos bajos o medios, el ciclo de emprender, cerrar y volver a empezar es una constante.

Un dato revelador es que el 54% de quienes cerraron un negocio recientemente tienen intenciones de emprender de nuevo, frente al 25% de quienes nunca lo han hecho. Esto sugiere que quienes ya han emprendido perciben el fracaso con menor temor, mientras que el miedo a lo desconocido puede frenar a quienes aún no han dado el primer paso. La experiencia genera confianza, incluso si esa experiencia incluye haber fracasado.

Descontinuar un negocio no es el fin

Los hallazgos del GEM revelan que cerrar un negocio no implica necesariamente un retroceso. Por el contrario, evidencia una capacidad de resiliencia que impulsa nuevos intentos. Lejos de desanimar, la experiencia fortalece. En el emprendimiento, adaptarse sigue siendo —como lo intuía Darwin— la clave para sobrevivir, aprender y avanzar.

El miedo al fracaso es real, pero también lo es la capacidad humana de reinventarse. Emprender, fallar y volver a empezar no es señal de debilidad, sino de fortaleza. Es el reflejo de una mentalidad que asume que cada intento suma, que cada caída enseña y que, tarde o temprano, la constancia da frutos. Y eso, sin duda, es resiliencia en su forma más pura.

*Asistente de Investigación del Monitor Global de Emprendimiento de la Universidad Francisco Marroquín.

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