La Copa América me recuerda a José Mourinho. No precisamente a él como persona, sino a aquella enemistad que logró crear entre el Real Madrid y el Barcelona de Pep Guardiola. Esa lluvia de clásicos (entre 2010 y 2011) se jugó con ‘mala hostia’ como dirían aquí en España. Los jugadores, incluso varios que eran compañeros en distintas selecciones, salían ya molestos al terreno de juego y cualquier roce provocaba una pelea.
Así se está jugando en la Copa América. En parte es porque la pasión sudamericana por el fútbol no se compara con nada, y porque las rivalidades entre los equipos vienen desde hace muchos años. Los más talentosos se llevan las patadas cuando hacen de las suyas, y solo se enfadan para intentarlo otra vez. Lo vimos con Messi ante Uruguay, aunque siempre estuvo Mascherano para defenderlo.
Como bien decía el comentarista de Canal + (donde transmiten la Copa América aquí), un Argentina vs Uruguay no es un Argentina vs Uruguay si no hay más de una pelea. Y ayer pasó lo mismo entre Brasil y Colombia, que terminó con Neymar y Carlos Bacca expulsados. Justo así le gustaban los partidos a José Mourinho, que descubrió que era la única manera de jugarle a un Barça muy superior: la provocación como estrategia.
Ni en aquellos clásicos ni en estos partidos es fácil encontrar a un culpable: lo es tanto quien provoca como quien cede ante la provocación. Neymar es un ejemplo porque es la víctima de las patadas, pero también intenta enojar a sus rivales con el talento que tiene en los pies. Al final de cuentas, quien pierde es el espectador. En vez de minutos de fútbol fluido, se encuentra con partidos interrumpidos y con muchas faltas.
También la pasan muy mal otros que lo ven por la TV, y son los presidentes y entrenadores de los clubes europeos. Si ya de por sí sufren por el desgaste adicional de sus estrellas, seguro se asustan mucho más cuando ven que alguno se lleva una buena patada. Al final, todo es producto de una pasión desmedida que está en el corazón del fútbol sudamericano, y que debería estar en todos los partidos del mundo.
Sobre Messi, James, y compañía
Al final de esta temporada vimos la importancia que tiene la condición física en los jugadores, sobre todo si el cuerpo técnico la gestiona mal. Carlo Ancelotti apenas hizo rotaciones y el Real Madrid llegó fundido a los partidos importantes. Luis Enrique hizo lo contrario. Supo manejar a los suyos y al final lo ganó todo.
Por eso es que los clubes europeos no están demasiado contentos con este calendario, y no solo hablamos del Barça y del Real Madrid. Paris St. Germain, Manchester City, Arsenal, Atlético de Madrid y Fiorentina, entre otros, tienen a grandes piezas jugando en Chile. Al final, todo nos devuelve a José Mourinho: el portugués siempre se quejó sobre la dureza del calendario impuesto y el exceso de minutos sobre los futbolistas.
Ahora ya es muy tarde para quejarse; los jugadores están en media Copa América y la quieren ganar sea como sea. Lo vemos en Messi, quien viene de conquistar un triplete, pero con la espinita de haber perdido la final del Mundial. Leo necesita ganar algo con Argentina, y él mismo lo confiesa. Y ahí seguirá corriendo a pesar de las patadas, mientras en Barcelona se comerán las uñas rezando para que no se lesione.
