Aunque la veas desde una larga distancia, es inconfundible. Su brillo, su forma cónica que se abre como bulbo y sus asas tan únicas que no podrían pertenecer a ningún otro trofeo. Se trata de la Orejona.
A pesar que este sábado la final de la Liga de Campeones entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid, en el San Siro de Milán, incluya a estrellas como Cristiano Ronaldo y Gareth Bale, la figura de mayor trayectoria en el campo de juego podría ser metálica y su origen, una bodega industrial a las afueras de la ciudad.

De tamaño desproporcionado y con asas que parecen sacadas de la taza de desayuno de algún monstruo, la Coupe des Clubs Champions Européens, su nombre oficial, tiene un nombre casi fantástico y una circunferencia mucho mayor que la de la mayoría de los jugadores que esperan levantarla algún día.
El trofeo mide 73.5 centímetros y pesa 7.5 kilos, unas 16 libras Es uno de los más pesados del mundo del deporte, el de la liga de fútbol de los Estados Unidos, el Lombardi, pesa menos de la mitad, y tal como el torneo, tiene una larga historia.
El trofeo es obra de un diseñador suizo y en 1967 sustituyó a una versión más pequeña que se usaba desde los orígenes del torneo. El año siguiente la UEFA, el organismo que dirige el fútbol europeo, decidió que cualquier club que lo ganase cinco veces o tres años consecutivos podría quedarse con el trofeo. Desde entonces lo tienen, en su versión original, el Real Madrid, el Liverpool, el Bayern Munich, el Ajax, el A.C. Milán y el Barcelona.
GDE Bertoni comenzó a fabricar el trofeo hace más de cuatro décadas. En ese entonces, su padre y su abuelo llevaban el negocio. Al principio tenían una producción muy diversificada y fabricaban desde medallas artísticas hasta esculturas, pero la fábrica comenzó a hacerse un nombre en el mundo deportivo en la década de los 60, cuando ganó el contrato para elaborar las medallas de los Juegos Olímpicos de Roma.

Diez años más tarde, cuando Brasil ganó el campeonato del mundo por tercera vez y reclamó posesión sobre el trofeo, la FIFA tuvo que diseñar uno nuevo. Bertoni le ganó a otras 50 empresas y fabricó un modelo que se entregó en Alemania en 1974 por primera vez.
“Desde entonces, el fútbol se convirtió en parte fundamental de nuestro negocio”, explicó Valentina Losa, directora ejecutiva de GDE Bertoni.
Eso es evidente durante una visita a la fábrica. Había medallas y trofeos entre cubos de productos químicos y maquinaria de soldadura. El trofeo de la Copa Confederaciones de 2017 descansaba sobre un estante esquina; “tenemos que enviárselo a la FIFA la semana que viene”, dijo Losa, mientras algunos empleados terminaban varias medallas para una copa del mundo juvenil. En una mesa, alguien revisaba varios correos electrónicos de la FIFA en los que se planteaba un diseño diferente para una medalla.
Los encargos de la UEFA son fijos. Bertoni fabrica trofeos y medallas para diferentes torneos juveniles y femeninos, pero su proyecto estrella comienza cada otoño, cuando empiezan a trabajar en el trofeo de la próxima Liga de Campeones. La versión original del diseño, en plata, la custodia la UEFA, pero Bertoni produce una réplica en latón cada año para el equipo ganador.
Hay dos detalles curiosos, y muy dispendiosos, del proceso fabricación del trofeo. El jefe de producción de Bertoni, Luigi Scacchi, dijo que colocar las letras en el trofeo de manera que queden perfectamente alineadas es difícil por la curva que forma el metal. Y Guerrino Giorgi, un artesano que suele supervisar la fabricación, dijo que podía llevar más de dos semanas hacer las asas. “Es la parte más difícil”.
Pero no hay duda de que esas asas gigantes, que no son necesariamente su elemento más atractivo, son lo que distingue el trofeo de todos los demás.
*Con información de www.nytimes.com





