Una pareja de novios llegó al mirador público del lago de Atitlán, en Santa Clara La Laguna. Querían disfrutar la vista, pero fueron emboscados, retenidos por casi una hora y sufrieron otros vejámenes.
Te interesa: ¡Secuestro masivo! 146 años de prisión por retener a personal en la zona 11
Pedro y Brenda eran una pareja de novios, ambos originarios de San Juan La Laguna. El 15 de septiembre de 2019 decidieron dar un paseo, aprovechando que por el Día de Independencia había descanso.
Decidieron salir a dar una vuelta; llegaron a Santa Clara La Laguna, que en vehículo queda como a media hora de sus viviendas.
En ese municipio, como en la mayoría que están alrededor del lago de Atitlán, hay miradores públicos, por lo que ellos pasaron a uno que está en jurisdicción de Santa Clara La Laguna.
Era cerca del mediodía, cuando estacionaron el vehículo y caminaron hacia el mirador. Estaban platicando y viendo el paisaje, cuando fueron sorprendidos por dos hombres.
En ese momento empezó un calvario para la pareja. Los dos hombres les dijeron que no gritaran y que hicieran lo que ellos les dirían, si no "les volarían la cabeza". Seguido de las amenazas verbales, les mostraron un arma de fuego y un cuchillo.
La pareja de novios por miedo hizo lo que ellos les decían.
Primero los pusieron boca abajo en el suelo. A Pedro le amarraron las manos por detrás mientras lo registraban para ver qué llevaba con él. A Brenda también la registraron. La pareja llevaba poco dinero en efectivo y algunos documentos.
Pero no se trataba solo de un robo o asalto; los delincuentes querían más dinero.
Bajo amenazas, obligaron a que Pedro y Brenda caminaran sobre un área montañosa, con el fin de alejarlos del lugar público.
Las víctimas calcularon que caminaron cerca de 30 minutos en un área con poco acceso. Había mucha piedra y no se veían otras personas.
Los delincuentes detuvieron la marcha y separaron a las víctimas. A Pedro se lo llevaron hacia una vereda, a Brenda hacia otra.
En ese momento, los hombres empezaron a decir a las víctimas que dieran el número de teléfono de algún familiar, porque pedirían dinero a cambio de dejarlos libres. De lo contrario, los matarían ahí mismo.
El robo se había convertido en un secuestro y el temor en las víctimas era incontrolable. Estaban entre la vida y la muerte. Ni Pedro ni Brenda llevaban celular, por lo que no llamaron a ningún familiar, aunque los hombres insistían en pedir un número de teléfono.
Pedro seguía boca abajo en el suelo y atado de manos. El delincuente que le apuntaba con un cuchillo le quitó los zapatos que llevaba y le dijo que no se levantara, que no se moviera.
Brenda, en la otra área, había sido obligada a quitarse la ropa. El otro delincuente le apuntaba con un arma de fuego, pero luego le vendó los ojos, le tomó fotos y videos desnuda y posteriormente la violó.
El hombre que estaba con Pedro llegó hacia donde estaba Brenda y vio lo que su cómplice hacía. El violador le pidió que grabara un video de la violación sexual y así lo hizo.
En ese momento los delincuentes se percataron de que unos agentes de la Policía Nacional Civil habían sido alertados por pobladores, por lo que salieron huyendo.
Ese día, la PNC capturó a uno de los delincuentes. El otro se entregó tiempo después.
Fueron identificados como Vicente Cuc y Francisco Piy.
Condenados a prisión
Vicente y Francisco enfrentaron juicio y fueron sentenciados a 45 y 40 años de prisión por los delitos de plagio o secuestro y agresión sexual por el Tribunal de Sentencia Penal de Delitos de Femicidio.
Durante el debate oral y público, el Ministerio Público presentó varias pruebas en su contra, entre estos los testimonios de las víctimas y los peritajes elaborados por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), en los que se confirma qué perfil genético de los acusados estaba en una de las víctimas, además de los estudios psicológicos que revelaron que las víctimas presentaban estrés postraumático por el evento sufrido.
En una de las últimas audiencias, Vinicio, uno de los acusados, dijo que Francisco era inocente y que en realidad quien había cometido los delitos junto a él era otro hombre llamado Cristian Alonzo, pero el Tribunal consideró que ese testimonio no tenía valor probatorio.