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El Señor Cabeza de Papa se fue frito

  • Por Soy502
28 de junio de 2015, 14:25
El expresidente del Congreso, Pedro Muadi, renunció del Partido Patriota (PP) luego de que estallara el escándalo de "La Línea". (Foto: Pedro Muadi/FB) 

El expresidente del Congreso, Pedro Muadi, renunció del Partido Patriota (PP) luego de que estallara el escándalo de "La Línea". (Foto: Pedro Muadi/FB) 

Cuando el diputado Pedro Muadi, también conocido como el “Señor Cabeza de Papa” entre los analistas políticos, quedó de presidente del Congreso, pensé que el problema sería la absoluta falta de experiencia política.

Encabezar el Organismo Legislativo es como ponerse a correr frente a una jauría de perros rabiosos: hay que saber hacerlo para no terminar muerto a dentelladas, no digamos para llegar a algún lado.

Supuse que a Muadi le costaría llevar adelante una agenda legislativa, torear a las bancadas difíciles y pastorear a los parlamentarios mañosos

No soy ingenua y por eso tampoco creí que el Señor Cabeza de Papa fuera un monje tibetano ni que oficiara misa.  Si andaba amancebado con el Partido Patriota, lidiando con diputados, era porque se le consideró capaz de domar –y encantar—a malandrines voraces, que sólo se tranquilizan a fuerza de jugosas “mordidas”.

Donde sí pequé de ingenuidad, y lo confieso, es porque jamás pensé que el malandrín más voraz fuera el propio Muadi. Con esa planta de Señor Cabeza de Papa, ¿quién podía pensar que resultara más avispado que el Botija y el Peterete?

Gracias a una denuncia de Acción Ciudadana, ahora el Ministerio Público y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) , nos han demostrado que Muadi era un delincuente torpe pero integral.

El esquema de defraudación al Estado, ejecutado a través del departamento de Recursos Humanos del Congreso que develaron la semana pasada la Fiscalía y la Cicig, pone en evidencia cuán insustancial es el carácter –y el cascarón cerebral—del ex presidente del Congreso, Pedro Muadi.

El sifón de recursos públicos que utilizó el Señor Cabeza de Papa a través de 15 –sí, escucharon bien, 15 guardias de seguridad asignados a su familia—es un asco.

Ante todo porque levanta sospechas acerca de negocios mayores. Si el Señor Cabeza de Papa estaba dispuesto a robarle a los contribuyentes a través del sueldo de sus guardaespaldas, me quito el nombre si no engordó sus cuentas bancarias a costa de asuntos mayores, como la repartición de obras públicas o la negociación de comisiones por contratos.

Suena a cliché pero en este reino certero de la impunidad, seguramente Muadi jamás pensó que su insólito “modelo” de pago de honorarios a la seguridad se haría público y que lo pondría contra las cuerdas de la justicia. 

La acción decidida de Cicig y la Fiscalía han demostrado ahora que también hay legisladores “chancles” que caen como hienas sobre los recursos públicos. No es cuestión de que solo los Baudilios Hichos de este mundo,  el tipo de diputado que inicia su trayectoria delincuencial como hampón de la Panel Blanca, llevan la bandera de los corruptos. 

La mezquindad, al parecer, es democrática y no tiene clase. 

Hay mequetrefes con ínfulas de príncipes que se lanzan sobre los recursos del estado como si no hubiera mañana.

La lección es clara para el sector privado organizado: la participación política no es un asunto menor que se pueda delegar en tipos con cerebro de Señor Cabeza de Papa y sin médula ética.  

El Congreso es donde se debate la política pública y la asignación de recursos. Es el corazón de la República y de la Democracia Representativa.  No es un lugar para mediocres que quieren aperarse para las próximas dos generaciones y ahí murió.

El mensaje del MP y la Cicig es claro y debe amplificarse: la ley es una y se aplica a todos por igual. En Chiquimula, en la Cañada y en el Callejón Manchén, que sacudan todos los palos y que caigan, sin piedad y sin excepción, los gusanos. Que no quede ni uno.

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