Este viernes una noticia conmocionó al país, por haberse hallado el cuerpo de una niña de diez años, enterrada en la escuela donde estudiaba. Se trataba de Dulce Raquel Azucena Velásquez, que cursaba tercero primaria en la Escuela República de Italia, de la colonia Santa Faz, zona 6, de Chinautla, sector que se encuentra asediado por las pandillas.

Sin embargo, su crimen no estuvo vinculado con las maras. Tristemente, fueron los encargados de la conserjería de la escuela quienes fueron capturados por este hecho. La niña había desaparecido el 25 de septiembre y fue hasta este viernes que apareció su cuerpo, con varios días de fallecida.
Por este hecho, Edwin Aroldo Vanegas Castañeda, quien confesó el asesinato, y su esposa, Debia Patrica Pensamiento Hernández, fueron capturados. Ella había obtenido la plaza como Operaria II o Guardián de la escuela, otorgado por el Ministerio de Educación. Su cónyuge aprovechó esto para tener contacto directo con los niños.
Esta niña la recuerda con lágrimas en los ojos, puesto que la consternación por este hallazgo fue terrible para todos los estudiantes de la escuela. La escuela fue clausurada hoy, por motivos de seguridad, pese a que el ciclo escolar está en su recta final. La ministra de Educación, Cynthia del Águila, asistió al lugar, para indicar que se buscará otro lugar para que se concluyan los estudios del 2014, ya que sería terrible obligar a los estudiantes a regresar.
Del Águila lamentó el incidente y anunció que revisará la contratación de guardianes en los centros educativos.

Una niña alegre
De acuerdo con su mejor amiga, a quien no identificamos por su seguridad, Dulce era una niña alegre, a quien "le gustaban las matemáticas y jugar pelota”, sobre todo el "matado", el juego de pelota por bandos.
“Ella era muy alegre; compartía todo, me compartía refacción”, expresó su mejor amiga. Otra niña, que estaba afuera de la escuela junto con la multitud apenada por el suceso, mencionó que Dulce “siempre estaba jugando pelota”, eso le gustaba, afirma.
Pero esta alegría se fue desvaneciendo, pues una semana antes de que desapareciera, cambió su forma de ser, según su amiga. "Ya no quería jugar, ya no quería hacer nada. Le preguntamos qué tenía, pero nunca nos contó", explicó esta niña.
Los vecinos reconocen que en esa escuela “ocurren cosas raras” a los menores, dice una madre de familia. Por ejemplo, los obligan a fumar otros estudiantes en los baños. Estos mismos vecinos recordaron a Dulce como una niña tranquila, que no salía de casa y que le gustaba corear las canciones que escuchaba en la iglesia evangélica, donde su papá es el pastor.

"Amables" secuestradores
Precisamente, los capturados por este hecho, los esposos Vanegas Pensamiento, asistían al servicio religioso en esta iglesia. Ambos tenían más de diez años de vivir en la colonia. “Eran muy amables, serviciales”, dicen las maestras con relación a esta pareja.

Pese a ello, la máscara se le cayó hoy, sobre todo a Edwin Vanegas, quien confesó todo, mientras esperaba en la Torre de Tribunales, para iniciar el proceso legal en su contra por el secuestro y asesinato de Dulce.
En la carceleta de Tribunales, Vanegas no se reprimió y contó a periodistas interioridades del asesinato.
Aceptó que la estranguló, lanzó el cuerpo a un espacio vació de la escuela y dijo que le quitó la ropa para que su cuerpo se descompusiera más rápido. La ropa la dejó tirada en un basureo clandestino en cercanías de la calzada Atanasio Tzul. Según él, no quería asesinarla, sino que por el intento de huída de la niña, él la golpeó y en la agitación la mató, por lo que ofreció una disculpa a la familia. Por este caso, Vanegas ya fue ligado a proceso por tres delitos.
De acuerdo con su testimonio, optó por exigir un rescate de 100 mil quetzales, puesto que tenía una fuerte deuda de 60 mil quetzales. Además, su esposa estaba esperando un bebé. De hecho, ella debió ser trasladada a la Maternidad del IGSS de la zona 6, ya que por la captura aceleró el proceso y dio a luz este viernes.
La Fuerza de Tarea contra Secuestros explicó que existen indicios en que Debia sí estaba enterada del secuestro y posterior asesinato, ya que hay evidencias de mensajes de texto que intercambiaron y quedaron grabados en los celulares que fueron incautados.
Vecinos del lugar indicaron que cuando llegaron a preguntarle a ella por el paradero de Dulce, ella respondía molesta, indicando que no sabía y que no la siguieran molestando por ello.






