Bryan Pérez Recancoj era un niño sonriente y lleno de sueños. A diferencia de su hermano mayor, Cristhofer, acostumbraba a ser más "platicador", según relataron sus maestras en el marco del juicio que se llevó a cabo en el Tribunal Décimo en contra de su madre y su padrastro, acusados de matarlo.
Como el menor, el pequeño Bryan era protegido por sus hermanos. Sobre todo por su hermana Sonia Pérez, quien cuidó de él desde que tenía 2 años, debido a que fue a esa edad en la que perdió a su padre, por lo que su madre, Albertina Recancoj se dedicó a trabajar para proveerles de alimento.

Sonia relató ante el Tribunal que tanto Bryan como Cristhofer estaban saludables, pese a las dificultades económicas que enfrentaban cuando estaban bajo su cuidado.
Sin embargo, en enero de 2009, cuando tenía 7 años, el entorno de Bryan cambió totalmente, pues su mamá se lo llevó a él y su hermano a un nuevo hogar en el Sector 3, de la colonia Vistas de San Luis, en San Pedro Ayampuc.

La mudanza respondía a que Albertina había encontrado otro hombre con quien quería compartir su vida, Marciano Rivera.
El niño alegre que solía ser Bryan empezó a convertirse en alguien más callado y distraído, que constantemente se quejaba de hambre, de acuerdo con sus maestras.

El motivo del cambio drástico de Bryan, quien en los próximos dos años perdió mucho peso y a menudo mostraba marcas de golpes y picaduras, era el maltrato al que su padrastro lo sometía.
Tanto Bryan, como Cristhofer debían aguantar hambre, mientras veían que sus otros hermanos (hijos de Marciano y Albertina) recibían un trato diferente.

Vecinos notaron el deterioro de los hermanos Pérez Recancoj, mientras Albertina se mostraba igual en su rutina con la tortillería y Marciano trabajaba en una finca.
Cristhofer, quien aunque ya tiene 16 años dijo sentir miedo de Marciano, declaró los castigos a los que eran sometidos. Estos incluían no comer, ser introducidos en toneles con agua fría, golpes duros en el cuerpo e introducir sus manos en hormigueros.
En octubre de 2011, la salud de Bryan, de 9 años, empezó a decaer aún más, pero quienes lo tenían a su cargo no lo llevaron a un médico. El 24 de ese mes murió en la casa que durante los últimos dos años se había convertido en un sitio de tortura.
Los padres se apresuraron a pedirle al médico Josué Miranda que emitiera una certificación de defunción para velarlo. La misma decía que las causas del deceso eran un paro cardiorrespiratorio, infección intestinal y un shock hipoglucémico.
Recancoj dice que es inocente porque no podría buscar la muerte de su hijo luego de llevarlo en el vientre @soy_502 pic.twitter.com/h3LhVfeJZn
El 25 de octubre, el velorio de Bryan fue interrumpido por fiscales del Ministerio Público, quienes habían recibido denuncias de maltrato hacia Bryan y Cristhofer, por lo que se realizó una autopsia, como correspondía.
El informe del experto del Inacif respaldó las denuncias de maltrato, pues la causa real de la muerte del pequeño, cuyo cuerpo mostraba cicatrices de picaduras y golpes, había sido un desequilibrio hidroelectrolítico (esto sucede cuando el cuerpo pierde más líquido del que consume) secundario de un cuadro de desnutrición crónica.
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Otra de las anomalías que indicaba la autopsia, eran dos costillas que habían sido rotas en los últimos dos días y una ausencia de masa muscular, debido a la gravedad del grado de desnutrición alcanzado por Bryan.
Marciano y Albertina fueron condenados a 30 y 40 años de prisión este lunes por acabar con la vida de Bryan y por el maltrato al que lo sometieron tanto a él, como a su hermano.
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