La historia se repite. Una vez más los 13 magistrados que integran la Corte Suprema de Justicia han sido incapaces de elegir presidente. La persona que ha asumido el cargo, Erick Alfonso Álvarez Mancilla, ha llegado a la posición interinamente, mientras sus colegas acaban de ponerse de acuerdo (o no) y reúnen los votos suficientes para llevar a un compañero a la presidencia.
Las circunstancias que rodean este impasse nos traen malos recuerdos. El magistrado Álvarez Mancilla fue el primer presidente de esta Corte, electa en octubre de 2009. En su gestión hizo una cosa memorable, una sola: irse de viaje a Brasil con su secretaria, Londy Castillo, a gastar casi Q130 mil de fondos públicos, para que su guapa acompañante pudiera ejercer sus supuestas dotes de políglota. Justo es reconocer que el magistrado y su asistente reintegraron Q30 mil cada uno, cuando los medios publicaron que habían viajado con gastos pagados por el organismo anfitrión. El tesoro recuperó el dinero de los viáticos, pero el magistrado se quedó sin credibilidad para dirigir el Organismo Judicial.
Con esos antecedentes, el interinato de Álvarez Mancilla no debería eternizarse al frente de la Corte Suprema. Desafortunadamente, por ahora no se vislumbra cómo los magistrados pueden ponerse de acuerdo para designar a alguien que tenga más méritos que bailar samba con Londy. Para alcanzar la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia, se necesitan nueve votos de trece. El impasse se debe a que los magistrados están divididos en dos grupos: uno de seis, al cual se señala de tener vínculos con diversos grupos políticos, y a otro de siete, más cercano al sector privado y a organismos internacionales.

Supuestamente, el grupo "de los seis" tenía la misión de colocar en la presidencia a Luis Pineda Roca. En corrillos se acusa a este señor de ser el candidato del gobierno para encabezar la Corte. Ahora bien, hay quienes dicen que el supuesto apoyo oficial a Pineda Roca es solamente un distractor, una forma de decir "ahí viene el coco", porque el verdadero "gallo tapado" del Ejecutivo es Álvarez Mancilla. Este magistrado tiene fama de ser manejable, una cualidad muy apreciada para quienes buscan prolongar la impunidad del sistema.
El candidato del grupo "de los siete" era Rogelio Zarceño, un abogado que ha hecho carrera trabajando para laboratorios farmaceúticos.
Ni Pineda ni Zarceño han conseguido los votos necesarios para ganar la elección. De ahí que después de varias rondas fallidas de votaciones, nos encontramos de nuevo en una situación similar a la vivida en 2008, cuando la Corte Suprema de Justicia pasó acéfala durante casi nueve meses porque los magistrados estaban divididos en dos grupos que no lograban consenso.
En aquella oportunidad, lo único que se logró del proceso fue desgastar al Organismo Judicial. No es justo para los guatemaltecos que se debilite de manera tan irresponsable a las instituciones. No es justo que repitamos las malas experiencias --la de un proceso y una gestión, ambas fallidas-- para que los grandes titiriteros puedan manejar las instituciones a control remoto, sobre todo cuando se vienen procesos clave, como la elección de Fiscal General o de Tribunal Supremo Electoral.






