Las reacciones que se producen cuando estamos expuestos a bajas temperaturas ocurren por una razón, pues esto responde a un complejo plan que el organismo inicia para mantener la temperatura del cuerpo estable.
Repartidos por toda la dermis tenemos termorreceptores, una especie de “minitermómetros” que detectan una bajada de temperatura y, por tanto, el frío. Cuando el clima exterior se encuentra alrededor de los 10º C esos receptores se activan y, a través de los nervios, envían un mensaje al cerebro para advertir del descenso de temperatura.
Quien recibe esa información es el centro regulador de la temperatura corporal del cerebro, que es el hipotálamo. Se trata de una especie de “control central”, un sistema natural "avanzado" que también se encarga de gestionar otras muchas funciones del organismo como, por ejemplo, el hambre o la sed.
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Al recibir ese mensaje, experimentas la sensación de frío, que es una “alarma” para que busques cobijo, te abrigues, te acerques a puntos de calor. Además, al mismo tiempo el hipotálamo inicia una batalla interna para mantener la temperatura corporal estable. Lo hace liberando determinadas hormonas y activando el sistema nervioso
¿Por qué tiemblas?
Cuando hace frío por instinto frotas tus manos, mueves las piernas y los brazos. Esto inconscientemente se tratan de medidas inteligentes para generar calor.
Con el mismo objetivo, el hipotálamo da orden a los músculos de contraerse rápidamente. Por esa razón cuando tienes frío te encoges y sientes entumecimiento.
Si el frío es intenso, las contracciones de los músculos se hacen intermitentes y se producen “espasmos” musculares que transforman la energía. Por esa razón tiritas.
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¿Y la piel de gallina?
Aislar la piel es otra forma estupenda de evitar que el calor del cuerpo “se escape” en contacto con el frío del ambiente. Y es en este punto que el pelo entra en acción.
Cuando hace frío unas diminutas fibras musculares localizadas en el folículo del pelo también se contraen. Como consecuencia, el pelo se eriza. Y, al hacerlo, bajo este se crea una capa de aire que aísla la piel térmicamente y evita que escape el calor.
El problema en los humanos, los animales son más eficaces en esto, es que se ha perdido la mayor parte del pelo que recubre la piel.
*Con información de TVE






