Holanda entre 2006 y 2016 redujo su población carcelaria casi en un 46% menos. La tasa actual es el 54 presos por cada 100 mil habitantes y, en plena pandemia por el coronavirus, cualquier país de Europa o del mundo desearía tener también sus cárceles casi vacías, dando así una gran lección a sus vecinos.
La delincuencia también se redujo y Holanda cerró más de 20 cárceles. Otras las alquila a Francia, Bélgica o Noruega, que buscan así descongestionar sus prisiones. Y las que no cierran ni alquilan, las transforman en hoteles.
En los Países Bajos no existen penas mínimas para los delitos. Los fiscales deciden qué multas impondrán al delincuente en lugar de llevar su caso ante el juez. Los holandeses confían más en sus jueces que en los políticos.
Pese al éxito que supone este tipo de medidas, sin embargo las autoridades holandesas piden que antes de pronunciarse se pregunten cuánto cuesta mantener a un preso, lo cual oscila entre dos mil y tres mil euros.
“La gran mayoría de presos en Holanda son condenados a penas de prisión cortas. La mitad entran y salen de prisión en un mes”, reveló la investigadora Miranda Boons.
Con información de El País






