La desnutrición en Guatemala involucra factores sociales, económicos, culturales y educativos, sin embargo, debe combatirse desde la raíz: la deficiencia de vitaminas y minerales.
La falta de micronutrientes afecta especialmente a los niños de entre uno y cinco años de edad y a las mujeres embarazadas. Se le llama “el hambre oculta” porque la deficiencia de estas sustancias pasa inadvertida hasta que alcanza niveles crónicos.
Armando Barreno, de la Red de Organizaciones de Hombres y Mujeres Indígenas por la Salud Reproductiva, la Nutrición y la Educación (Redmisar), explica que el organismo necesita los micronutrientes para aprovechar al máximo los macronutrientes, como las proteínas, los carbohidratos, entre otros.
La deficiencia de alguna vitamina o un mineral hace que con el tiempo, el cuerpo pierda cierta capacidad de realizar determinadas funciones. Por ejemplo: la falta de vitamina C a largo plazo provoca escorbuto y la deficiencia de Hierro, anemia.
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Sin vitaminas suficientes
En el país el principal problema es la deficiencia de Zinc y Hierro, explica Rosario López, coordinadora de la Red de Organizaciones de Hombres y Mujeres Indígenas por la Salud Reproductiva, la Nutrición y la Educación, que presentó los resultados de un monitoreo de la situación actual de micronutrientes.
El estudio reveló que el 36% de los servicios monitoreados se encuentran desabastecidos de hierro y un 28% de Ácido Fólico. Además, el 47% estaban desabastecidos de Zinc, esencial para el correcto desarrollo de los músculos y huesos.
Se verificó la situación en los departamentos de Alta Verapaz, Huehuetenango, San Marcos, Quetzaltenango, Totonicapán, Quiché, Zacapa, Santa Rosa, Chiquimula y Chimaltenango.
No se siguen indicaciones
El monitoreo también reveló algunas deficiencias al momento de recetar las vitaminas ya que no se consumen correctamente o en las dosis adecuadas, lo que termina por hacer que los micronutrientes no tengan el mismo efecto.
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