El lunes por la noche un amigo me dijo: ‘y lo peor es que mañana vamos a jugar un partidazo en Manchester’. Hablábamos, claramente, de la insólita derrota del Barcelona el sábado contra el Málaga.
En efecto, mi amigo tenía razón: el Barça pudo sentenciar sus octavos de final de la Champions League en la primera parte contra el Manchester City. Jugaron todos a un nivel excepcional y en el segundo tiempo supieron sobreponerse a la presión del público y al gol del ‘Kun’ Agüero. (Ayudó mucho la expulsión de Gael Clichy, eso sí).
Neymar estuvo un poco ineficaz pero liberó los espacios que necesitaban Luis Suárez y Leo Messi para actuar en velocidad. El uruguayo demostró que es un grande y el argentino, que es el mejor del mundo. El ‘10’ azulgrana corrió por todo el campo, olvidándose de buscar goles y armando el juego del equipo.
Andrés Iniesta se volvió una máquina de control, Gerard Piqué salvó varias jugadas de peligro y Dani Alves dejó pocos espacios atrás. Ahora bien, todo esto levanta una pregunta imposible de responder: ¿dónde estaban estos jugadores el sábado?
El fin de semana jugaban en casa ante un rival más débil. A Neymar no le salió nada, Messi iba caminando, a Piqué y a Busquets les ganaban todos los balones y Dani Alves fue un colador por la banda derecha.
Es extraño que un equipo pueda jugar tan mal y tan bien con tres días de diferencia. Por más que le demos vuelta al asunto solo vamos a llegar a una conclusión: el Barça de Luis Enrique tiene dos caras, una muy mala y una muy buena.
La temporada azulgrana dependerá de cuál de las dos sale a partir de ahora. Por el bien del Barça, que sea la que se vio el martes en Manchester, porque dicho está: si Leo Messi no gana títulos, podría empezar a buscar vuelos hacia Londres o París.
Lo siento, merengues, pero…
La costumbre es hablar un poco del Barça y un poco del Real Madrid, pero es momento de dejar a los blancos en paz. En parte porque jugaron tan bien contra el Schalke y contra el Elche que no hay nada más que decir.
Pero, por otro lado, gracias al Arsenal, tenemos una situación aún más desconcertante que la del Barcelona. Los ‘gunners’ del cuestionado Arsene Wenger perdieron 1-3 en casa ante el Mónaco, el ‘equipo más débil’ de estos octavos de final.

Cuando el sorteo se llevó a cabo en diciembre, la afición del Arsenal celebró el emparejamiento con el club francés, ya sin Falcao y James. Pues algo arrepentidos estarán.
El Mónaco planteó un partido tácticamente perfecto que desconcertó al Arsenal. Además, los ‘gunners’ colaboraron activamente a su derrota con una defensa de juguete. Lo más inexplicable fueron los errores defensivos en el segundo y en el tercer gol (el primero fue un poco mala suerte).
El Arsenal es un equipo muy especial y no en buen sentido. Pierden partidos en los que ellos mismos se hacen el 70% del daño.





