Seguramente te has dado cuenta de que sientes el deseo de bostezar cuando ves que lo hace alguien cerca de ti. Incluso, no importa que lo veamos por medio de una fotografía, es casi seguro que nosotros lo hagamos también. Es una reacción extraña la cual es difícil evitar.
Esa acción que nos obliga a abrir la boca, respirar lentamente y a estirar los brazos en algunos casos, es el reflejo de distintas emociones con el que podemos expresar cansancio, sueño, aburrimiento e incluso hambre.
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Pero, ¿qué hace que este movimiento involuntario sea contagioso?
Varios científicos han determinado que las llamadas "neuronas espejo" son las encargadas de esa sensación de necesitar hacer algo cuando vemos que otro lo hace. Por eso, como una especie de efecto dominó interminable, el hecho de ver a una persona bostezando, nos provocará ganas de hacer lo mismo.
Los resultados obtenidos durante algunos estudios, han demostrado que el ritmo del contagio de los bostezos es mayor en primer lugar con parientes; en segundo lugar, con amigos o conocidos; y por último, con desconocidos.
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Según un estudio publicado en el Royal Society Open Science, las mujeres son más propensas a contagiarse del bostezo porque tienen mayor capacidad empática.
*Con información de elsalvador.es
19 de diciembre de 2016, 14:12