Cuando Pep Guardiola se convirtió en el entrenador del Barcelona, la reacción fue de escepticismo. No tenía experiencia en primera división y el equipo estaba en una crisis que había dejado Frank Rijkaard. Guardiola era un experimento más, y nadie se imaginó que convertiría al Barça en el mejor equipo del mundo.
Fue tanto su éxito y la euforia que desató en Barcelona, que desde entonces se vive una nostalgia que no se olvida. Antonio Franco, periodista fundador de El Periódico de Catalunya, asegura que esa nostalgia es el peor de los males para la afición azulgrana. Tres entrenadores han pasado por el banquillo desde Pep, y todos ellos han vivido bajo la sombra de esa tristeza que dejó la marcha del mejor técnico en la historia del club.
Tito Vilanova logró ganar una liga de récord pero perdió estrepitosamente en la Champions League. El Tata Martino luchó por todo hasta el final pero se quedó en blanco, y Luis Enrique está a tan solo unos partidos de devolver a la gloria a un equipo necesitado. Pero a pesar del gran trabajo de ‘Lucho’, la afición todavía piensa en Guardiola. Saben que, de ganar títulos, no los lograrán con un fútbol como el que jugaba el famosísimo ‘Barça de Pep’.
Suena raro, pero es una realidad: la afición no está contenta al 100% por culpa de los recuerdos que dejó Guardiola. Los goles se celebran como siempre, los bares se llenan y el himno se canta, pero el fantasma de la nostalgia siempre está deambulando por las calles de Barcelona. Y, en una semana, será el propio Pep quien deambule por aquí, como figura histórica y querida, pero también como enemigo.
Es raro, muy raro
Que el Barça esté por jugar dos partidos vitales ante Pep Guardiola es una idea que no termina de encajar en la ciudad. Para poner en contexto, es como si un día la Roma tuviera que ver a Francesco Totti como enemigo, el Manchester United a Ryan Giggs, el Inter a Javier Zanetti o el Milan a Paolo Maldini. Así de profunda es la marca que quedó aquí.
En la afición hay una gran cantidad de gritos ahogados, un sueño de títulos del que pocos hablan pero en el que todos piensan. Luis Enrique no había comenzado bien esta temporada, pero ha sabido sufrir y está a unos pocos partidos de un nuevo triplete, o al menos de algún título importante.
Que sea Pep quien está en frente de esas celebraciones provoca que los dos partidos contra el Bayern München cobren mucha más importancia. A nivel futbolístico, el Barça llega bien físicamente y con recientes demostraciones de buen juego, contra el PSG, el Sevilla y el Espanyol, entre otros.
El Bayern, por su parte, llegará muy complicado por las lesiones, pero aun así con un equipo titular que es temible. (Lo cual demuestra que tiene la mejor plantilla del mundo). Sin embargo, la presión es máxima en el club alemán, en especial después de perder ante el Real Madrid en la Champions anterior. Para la directiva y la afición no basta ganar la Bundesliga, también hay que coronarse en Europa.
Luis Enrique y Guardiola se conocen bien, son amigos y se respetan. Por ahora es casi impredecible saber qué movimientos tácticos harán durante el partido, aunque una cosa está clara: el Barça llega con ilusión y el Bayern con exigencia. El técnico catalán estaría en problemas si vuelve a perder en semis, y las lesiones no valdrán como excusa. Es de esas curiosidades del fútbol, porque el mismo equipo que llevó a Pep Guardiola al cielo, puede bajarlo al infierno.





