Aunque Francia no es uno de los mayores consumidores mundiales de cacao, en torno a su capital, París, se concentran creadores y tiendas con productos que van mucho más allá de los clásicos bombones, con auténticas esculturas comestibles.
Aunque Francia no es uno de los mayores consumidores mundiales de cacao, en torno a su capital, París, se concentran creadores y tiendas con productos que van mucho más allá de los clásicos bombones, con auténticas esculturas comestibles.