Canek enfrentó la conquista hasta su captura final.
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Durante el siglo XVII, cuando la conquista española avanzaba hacia los últimos territorios independientes, un líder indígena se convirtió en símbolo de resistencia en Petén.
Su nombre era Canek, cacique de los itzaes, quien enfrentó con firmeza la presión de los colonizadores por dominar su pueblo y su cultura.

Las crónicas del fraile franciscano Andrés de Avendaño y Loyola dan cuenta de este episodio. En su relato, describe cómo en una de sus expediciones fue recibido en la isla Noj Petén por unas 80 canoas con más de 500 guerreros, encabezados por Canek.
La misión del fraile era evangelizar a los itzaes y someterlos pacíficamente, pero las promesas hechas por Canek a los religiosos fueron rechazadas por el cacique Kowoj, lo que generó tensiones entre los líderes locales.

Temiendo una rebelión, los frailes fueron abandonados en la selva petenera en enero de 1697. La mayoría falleció por agotamiento o hambre. Poco después, una emboscada de los itzaes a una expedición guatemalteca marcó el fin de cualquier intento de negociación.
El 13 de marzo de ese mismo año, el gobernador Martín de Ursúa y Arizmendi ordenó el ataque armado a la isla. Aunque los itzaes opusieron resistencia, el enclave fue tomado al caer la tarde.
Kowoj fue ejecutado y Canek capturado y entregado por su propio sobrino, Aj Chan. Trasladado a Santiago de los Caballeros, Canek murió en prisión, marcando así el fin de la soberanía itzá.
Su caída significó no solo el fin de una dinastía iniciada por Canek en la península de Yucatán, sino también el cierre de uno de los últimos capítulos de resistencia indígena frente a la colonización española en Mesoamérica.





