Esta reserva natural alberga más del 50% de la biodiversidad de vertebrados del país, destacando por el aviturismo con 470 especies.
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El cerro San Gil, ubicado entre los municipios de Lívingston, Puerto Barrios, Morales, del departamento de Izabal, es una joya natural que combina historia, biodiversidad y belleza escénica.
Esta área protegida, declarada como Reserva Protectora de Manantiales en 1996, abarca aproximadamente 47,434 hectáreas de exuberante bosque tropical húmedo, según personeros de FundaEco.

Históricamente, el Cerro San Gil ha sido vital para las comunidades locales, proporcionando fuentes de agua potable a más de 40 comunidades, incluyendo a Puerto Barrios y Santo Tomás de Castilla.
Además, sus bosques actúan como barrera natural contra fenómenos climáticos, protegiendo la región de huracanes y tormentas tropicales.

La reserva es hogar de una impresionante diversidad biológica, albergando más del 50% de las especies de vertebrados de Guatemala.
Destacan más de 470 especies de aves, convirtiéndolo en un paraíso para los amantes del aviturismo. Especies como el águila crestada y el colibrí garganta verde encuentran refugio en este santuario natural.

Panorámica
Para los entusiastas de la investigación y la naturaleza, la estación biológica Chandler Robbins ofrece instalaciones para estudios científicos y programas de monitoreo ambiental.
Además, la reserva cuenta con torres de observación que brindan vistas panorámicas de la bahía de Amatique, permitiendo a los visitantes apreciar la majestuosidad del paisaje caribeño.
El cerro San Gil no solo es un refugio de biodiversidad, sino también un ejemplo de conservación y desarrollo sostenible. Proyectos de reforestación y programas de educación ambiental involucran activamente a las comunidades locales.

Visitar el cerro San Gil es sumergirse en la magia del bosque tropical de Izabal, donde la naturaleza y la historia se entrelazan para ofrecer una experiencia inolvidable en el corazón del Caribe guatemalteco.
La Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (Fundaeco) ha jugado un rol clave en el manejo del Cerro San Gil, promoviendo ecoturismo e investigación. Recientemente, han impulsado grandes proyectos de reforestación, como la siembra de hasta tres millones de árboles en conjunto con el INAB, para proteger la zona.




