De manera oficial se realizó la ceremonia para declarar al Internacional Convite Navideño "Ángel Pérez Quiroa" de Totonicapán "Patrimonio Cultural Intangible de la Nación".
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El Acuerdo Ministerial 808-2025 cuidará que esta tradición que ha traspasado fronteras no se pierda y continúe por generaciones como hasta ahora.

La ceremonia de declaratoria se llevó a cabo en el Teatro Municipal de Totonicapán en octubre, además se otorgó un reconocimiento a la junta directiva del convite por su labor en la conservación de esta tradición que, por 79 años, ha sido parte esencial de la identidad cultural del departamento.

Según la viceministra de Patrimonio Cultural y Natural, Laura Cotí Lux, el reconocimiento no solo protege una manifestación artística, también una forma de vida transmitida de generación en generación.

"Este convite es una manifestación de alegría, identidad y creatividad colectiva. Su declaración como patrimonio nacional es un reconocimiento del Estado de Guatemala a esa voz viva que habita en las calles, en el corazón de Totonicapán, y que trasciende generaciones", expresó.
Erick De León, integrante de la junta directiva del convite, destacó la dedicación de los integrantes, pues año con año mantienen viva esta expresión cultural.

"Ser convitero es una mística. Es bailar por quienes ya no están, por quienes no pueden y por los niños, que son el futuro del convite", dijo.
Cómo nacen los convites
Esta celebración tiene un origen europeo y fue traída durante la conquista. Los españoles organizaban celebraciones con baile, comida y bebida, especialmente en las fiestas patronales, las actividades de realizaban a partir del 1 de noviembre, para anunciar la fiesta de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. Los ladinos y mayas no estaban invitados, por lo que decidieron hacer su propia fiesta, disfrazándose de españoles, con máscaras de sátira, que exageraban sus rasgos, como una forma de burla y protesta, así nacieron los bailes de disfraces, conocidos como "Convites".

La costumbre inició en Villa Nueva y se extendió por varios puntos del país, entre ellos Santa Lucía Utatlán y Quiché. En Totonicapán la tradición llegó a través de los hermanos Julio Abelardo y Filemón Eduardo Quiñonez Ovando. Junto a José Barrios, Francisco Censo Arriola, Carlos Amézquita, Juan José Arriola, César Arriola y Ángel Pérez organizarón el primer convite de Navidad el 25 de diciembre de 1946, en honor al nacimiento de Jesús.




