La identidad con equipos deportivos y concretamente de fútbol es un dilema que ha apasionado a sociólogos (incluso psicólogos) por décadas. Es uno de esos sentimientos que despierta todo tipo de pasiones. Personas que se suicidan, que venden todas sus propiedades para poder ir a ver a su selección en un mundial o a su equipo en un torneo internacional. Hay personas que han dejado su trabajo para seguir a su equipo favorito.
Normalmente la mayoría de aficionados lo son de un equipo local. Del equipo del barrio o por lo menos de su ciudad. En Argentina los hay del barrio de Boca o de Avellaneda. En Costa Rica de Alajuela, San Juan de Tibás o Heredia. En España los hay de Barcelona, Madrid, Valencia o Bilbao.
La identidad con un equipo normalmente va de la mano con la identidad de una ciudad, pero muchas veces de un barrio en particular o de un sector de esa ciudad.
En su libro “Cómo el futbol explica el mundo”, Franklin Foer explica muchas de estas relaciones. Explica como algunos conflictos sociales en muchas partes del mundo han estado vinculados a esos niveles de identidad y de pasión que el futbol levanta. Foer explica en su libro diez anécdotas en ciudades diferentes donde la identidad tiene que ver con religión, etnia, barrio o incluso ideología política. Hace una interesante relación entre “orgullo”, identidad y unidad social.
En América Latina el futbol es una pasión que mueve masas, dinero, intereses y política.
Ha habido guerras, enfrentamientos sociales, desorden públicoy asesinatos vinculados a juegos de futbol. Desde la guerra entre El Salvador y Honduras hasta el asesinato de Andrés Escobar, jugador de la selección colombiana en el mundial que se llevó a cabo en Estados Unidos. Vivimos, algunos, con mucha pasión el futbol. Más allá de recordar que es “solo un juego”.
El futbol en Guatemala, como en muchos lugares, es un reflejo de su sociedad. Es donde los aficionados “sacan” sus problemas. Es una especie de terapia comunitaria. Nos permite insultar, gritar, denigrar, aplaudir, idolatrar a unos o a otros. Los problemas que vemos en la sociedad los vemos en el futbol. Desde pasión e identidad, pasando por corrupción, sueños, fracasos, desilusión y esperanza. Hay un poco de todo. Así es el futbol.

Yo soy crema de corazón. Lo he seguido desde las canchas de entreno y en cualquier estadio; de local, de visita, en Guate o en el extranjero. No soy crema porque ganen torneos, copas o clásicos. No soy crema por los jugadores que tenga o por como jugaron el último juego. Soy crema porque lo aprendí a ser de la cuna a la tumba. No necesito excusas para ser crema. No necesito títulos para ser crema. He ido de la mano de mi abuelo, he llevado a mis hijos de la mano y he cargado a mi nieta en un estadio. Soy crema porque es un sentimiento.
Dios los bendiga y les recuerdo que toda la gloria, la honra y el honor son siempre para Jesús.





