El Ministerio de Cultura analizó monumentos mayas, revelando daños que, aunque no son graves, necesitan preservación.
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El humo, la lluvia, incluso el roce con las manos, contribuyen con el deterioro de los monumentos históricos.
Aunque no se aprecie a simple vista, la lenta actividad de hongos, bacterias o sales penetra en la superficie y la desgasta poco a poco.

Los daños son más evidentes en materiales frágiles como la piedra caliza, utilizada como materia prima para alzar los monumentos dejados por la antigua civilización maya.
De ahí que el estudio a través del análisis microscópico permite identificar las causas del deterioro y proponer las soluciones para evitarlo, garantizando así su preservación para el futuro.

Tales estudios se llevaron a cabo en los dos fragmentos de estela y un altar llevados a la Isla de Flores por el arqueólogo estadounidense Sylvanus G. Morley, los cuales se exponen en el parque central
Para comprobar su estado, recientemente fueron sometidos a evaluación por personal del Ministerio de Cultura y Deportes.

El personal dirigido por la arqueóloga Alejandra Corderos utilizó ampliaciones para verificar el estado de las piezas.
Según explicó, el diagnóstico preliminar revela deterioro que, aunque no representa un riesgo inmediato, requieren intervención para asegurar la preservación.
Aunque las piezas se encuentran bajo techo, están expuestas a la curiosidad de los visitantes, por lo que se recomienda no tocarlas.




