Principales Indicadores Económicos

La falta de justicia no debe ser normal

  • Por Soy502
23 de octubre de 2014, 21:35
La abogada Claudia Escobar denunció ante la CICIG que recibió presiones para otorgar un amparo a favor de Roxana Baldetti y que a cambio le ofrecieron la reelección. (Foto: Wilder López/Soy502).

La abogada Claudia Escobar denunció ante la CICIG que recibió presiones para otorgar un amparo a favor de Roxana Baldetti y que a cambio le ofrecieron la reelección. (Foto: Wilder López/Soy502).

No importa que tan cruda sea una realidad humana si nuestra mente llega asumirla como normal o inevitable.

En el momento en que ello ocurre la dignidad humana empieza a tocar fondo para nunca tocar fondo, y la historia ya narra casos suficientes como para pensar que ello ocurre con frecuencia. La problematización de las necesidades humanas es cuestión de dignidad y justicia.

Guatemala conoce sus problemas y eso difícilmente la ha llevado actuar. Detrás de la problematización y la denuncia de las necesidades, radica la dificultad de acción cuando se normaliza la precariedad. Es difícil para la conciencia humana indignarse frente a lo que se valida como normal. 

Guatemala no se ha indignado lo suficiente frente a la violencia, la pobreza, el hambre o la injusticia: porque es normal y la hemos venido tragando como normal desde que nacimos.
Goyo Saavedera

Para generar una acción transformadora pura y aglutinadora desde la esperanza no basta la problematización. Para actuar se requiere de indignación. Para actuar frente a lo que es normal y no debería serlo, esa indignación necesita surgir de la experiencia y la cara humana, se necesita la simplificación del objetivo y la vinculación a la más alta aspiración humana: la felicidad.

El motor de la voluntad de los jóvenes y vecinos en Techo no es otro que la indignación a una realidad injusta e impostergable, con el llamado a una acción desde la esperanza y el amor a la dignidad humana. Un intento por devolver la posibilidad de felicidad a una materialidad deshumanizada.

Lo que ha ocurrido en Guatemala  en los últimos días tiene mucho de normal y extrañamente mucho de anormal. Pero la conformación de ambas debe llevarnos actuar, pues la lógica se encuentra invertida. Acudimos desde hace un buen tiempo al paulatino desgaste de la institucionalidad democrática de nuestro país, y los conflictos “ideológicos” en torno a nuestro pasado sólo han sido excusa para que los eternos poderes paralelos hayan aglutinado, descaradamente, suficiente fuerza como para desgastar aún más el precario sistema de justicia.

La disfuncionalidad de las Comisiones de Postulación fue cantada con tal antelación que cuando empezó a ir a pique no nos sorprendimos y en consecuencia a la fecha no entendemos cuál es la mejor forma de actuar.  Es como decir que nadie llora una muerte anunciada, similar al dicho popular de “en guerra anunciada, no hay muertos”. Considero que detrás de ello está la perversión (voluntaria o involuntaria) de normalizar los procesos de crisis, para neutralizar la posibilidad de una organización social que los afronte. Esa parte del acontecer actual, tiene todo de normal. Es lo que de manera derrotista el ciudadano espera, al menos el que puede hacer algo frente a ello.

Escobar se dirigió a sus compañeros, jueces de instancia. (Foto: Jesús Alfonso/Soy502)
Escobar se dirigió a sus compañeros, jueces de instancia. (Foto: Jesús Alfonso/Soy502)

Lo anormal del acontecer reciente es el valor mostrado por la Doctora Claudia Escobar y el grupo de jueces y magistrados que están actuando para ponerle un alto a la monstruosidad cínica que ha cegado a los vigentes ostentadores de un poder público que no les pertenece; a los presuntamente criminales que detrás de una silla de poder se podrían estar extralimitando hasta el punto de constituir un verdadero sistema de persecución judicial al mejor estilo totalitario. Es anormal que alguien esté teniendo el valor y la causa frente a sí para poder marcar un hito verdadero frente a estos poderes paralelos. Hay que estar atentos para acuerpar y alzar la voz; es preciso vivir estos momentos “anormales” con lucidez y determinación.

Es un hecho, los casos más recientes lo demuestran, que las componendas, la corrupción y el cinismo son moneda diaria en casi todos los estratos de poder público del país; pero por más que no hayamos hecho nada hasta ahora, hoy toca evitar que con perversión absoluta hagamos oficial y avalemos como normal la consolidación de esa criminalidad en el Sistema de Justicia.

En estos momentos peligran nuestras posibilidades frente a la violencia y la injusticia; peligra la posibilidad de un sistema de gobierno que pueda hacer posible el ejercicio de los más elementales derechos a cada ser humano (no lo tenemos actualmente, pero podríamos estar renunciando a la posibilidad de manera permanente); peligra nuestra libertad y peligra nuestra esperanza.  Es preciso que estos momentos sean anormales, para que la injusticia nunca sea normal. Es momento de repeler la normalidad de lo que nunca debió ser normal.

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