No se habian apagado aun las luces de la celebracion de la victoria en las urnas cuando el Presidente electo Jimmy Morales se enfrentó a un primer desafío de proporciones gigantes: la discusión en el Congreso del proyecto de Presupuesto 2016. Pero la pesadilla del presupuesto se volvió una secuela de la película Viernes 13, luego de las pruebas aportadas por el IPNUSAC que confirman el plagio de estudios académicos por parte del miembro más prominente del equipo económico de transición del señor Morales.
La verdad es que quienes más pierden con este tropezón del gobierno electo somos precisamente nosotros los ciudadanos y el pais. Al final de cuentas, los cuestionamientos al equipo del gobierno electo repercuten en la confianza en la gestión económica y fiscal futura. Y tanto los actores nacionales como los internacionales se preguntan a esta altura que nos puede esperar de un nuevo gobierno que envía estas señales a tan solo una semana de haberse anunciado su triunfo contundente en las urnas.
La desconfianza es el principal mal económico. Si hay desconfianza no se toman decisiones claves y estratégicas, e incluso se estimula la especulación y la toma de decisiones incorrectas debido al clima de incertidumbre.
Asi que el gobierno electo debe poner las barbas en remojo y revisar los pocos pasos que ha dado hasta este momento. Y el primer punto de la agenda del equipo económico deberá ser generar un clima de confianza en su gestión.
El Fondo Monetario Internacional se ganó muy mala fama en las últimas décadas, y particularmente en América Latina, porque antepuso los intereses de la banca internacional a los intereses de los ciudadanos y los países a los que decía ayudar. Sin embargo, aunque esa mala fama está basada en hechos reales, hay que reconocer también que el Fondo es hoy una institución técnicamente muy sólida, que genera credibilidad internacional, y que apoya con criterios rigurosos pero al mismo tiempo responsables los programas de recuperación económica de los países que enfrentan dificultades temporales y, a veces, estructurales y profundas.
Guatemala es un perfecto candidato en este momento para apoyarse en un programa asistido por el Fondo, a fin de poder remontar las dificultades fiscales que se han acumulado en los últimos tres años con la caída dramática en los ingresos tributarios. Hoy el principal problema fiscal de Guatemala no es ajustar el gasto público a la escasez tributaria, sino recuperar la capacidad de recaudación fiscal para poder encarar las enormes demandas sociales, de infraestructura y energía, y de justicia y seguridad que el país justamente reclama.
A través de un diálogo serio y sin sacrificar soberanía, el FMI puede ayudar a Guatemala a ajustar sus cuentas fiscales, aumentando la recaudación, y apoyando la gran demanda ciudadana de combatir la corrupción que carcome las rentas del estado, y desvía los escasos recursos existentes hacia redes criminales que se creen impunes usando disfraces de autoridades públicas.
El Fondo puede ser una garantía de que la SAT aprenda a cobrar los impuestos como dice la ley y no como cobran las varias Líneas que existen en nuestras Aduanas. Y también puede ser una garantía de que el presupuesto público identifique mejor sus prioridades, y el dinero finalmente se invierta en medicinas y programas sociales y no en pagar a redes criminales corruptas.
Adicionalmente, un programa de estabilización fiscal respaldado por el FMI se puede traducir en una mayor credibilidad internacional a nivel de mercados financieros. Esto puede evitar que se eleven los costos financieros para los operadores públicos y privados, sobretodo en un momento en que muchas empresas y el gobierno mismo enfrentan pasivos relativamente altos en medio de una situación económica internacional aún muy riesgosa.
El Presidente electo tiene la palabra. Debe enviar una señal clara de que desea hacer una gestión a la altura de la expectativa de la ciudadanía guatemalteca que confió en él, y generar confianza en actores nacionales e internacionales. Pedir al Fondo Monetario Internacional apoyo para su gestión fiscal es la tabla de salvación que tanto anda buscando.






