Este ha sido un año excepcional para Gaby Moreno. Un tour con Hugh Laurie (Dr. House), un disco nuevo, un dúo con Andrea Bocceli y el Grammy a la mejor artista nueva. Bien dicen que cuando Dios da, da de junto y es de celebrar que la compatriota esté en camino a convertirse en la nueva estrella de Guatemala.
Nos hacen falta noticias como esa. Nos hace falta ver que quien se esfuerza y se arriesga cosecha los frutos, no sólo de los desvelos y el trabajo, sino del coraje de atreverse a seguir los sueños. Gaby Moreno dejó atrás una vida cómoda en Guatemala para abrirse paso en una ciudad monstruo como Los Ángeles, donde no hay tales de que mi mami es fulana y mi papi es mengano. Una ciudad donde hay que tener talento de talla mundial y donde además hay que fajarse para demostrarlo.
Gaby Moreno pagó el precio y ahora, literalmente, está recibiendo el premio a una lucha que inició hace años pero que ha peleado todos los días. La combinación es digna de aplaudir porque nada garantiza que unir talento, trabajo duro y don de gentes lleve al éxito. Sin esos ingredientes --la destreza para el oficio, la disposición al sacrificio y la capacidad de forjar alianzas--es muy difícil destacar, pero la alquimia del triunfo es elusiva y caprichosa y exije, además de todo lo anterior, una dosis importante de pasión, buena fortuna y la convicción inquebrantable de que se puede. Y ahí hay algo de azar, pero más aún de instinto y arrojo para buscar la ocasión propicia y el viento a favor.
En el caso de nuestra ganadora, parte del encanto es que ha conseguido colocarse en el camino grande gracias a otro guatemalteco: Ricardo Arjona. Ella así lo ha reconocido al momento de subir al escenario a recibir el trofeo: le ha dado las gracias al paisano que le ha abierto muchas puertas y que le dió el empujón decisivo desde que compartieron micrófonos al cantar "Fuiste tú". Queda demostrado entonces que lo de la olla de cangrejos no es un destino sin escapatoria: está en cada quien decidir ser diferentes y darle la mano al otro para ayudarlo a subir, en vez de patearlo al fondo de la cubeta.
Esa cadena de guatemaltecos destacados no se limitó al dúo de Metarmofosis. Gaby Moreno podría haber comprado el ajuar de esta noche en cualquier parte pero eligió a Guillermo Jop, un diseñador guatemalteco que también promete llegar lejos. Nuestra cantante fue a reclamar su lugar en el mundo del espectáculo, vestida como ella genuinamente es: diferente. Un ave rara, que canta blues y parece salida de una foto borrosa de color sepia. Un ave de Guatemala, un ave que emigra, como toca demasiadas veces aquí.





