La sugerencia de otro impuesto ha causado furor en las redes sociales. Calificativos de diversos grados se emitieron contra esta idea. Con mucho derecho y razón, la gente expuso su descontento ante esta amenaza.
El ser humano tiene un sentido de lo propio y de lo justo. En materia de impuestos también. Creo que tiene que ver con algo como aprendizaje genético.
Los impuestos han sido los detonantes de las más grandes revoluciones de la historia: la Carta Magna, la revolución Americana, la revolución Francesa. Detonadas todas por cobros excesivos.
Esa idea de gravar para proveer o mejorar seguridad pasa por muchos aspectos a considerar. Veamos algunos:
Del año 2000 a la fecha el presupuesto ha crecido casi 4 veces. La calidad de los servicios públicos, desgraciadamente, no ha mejorado en el mismo grado.
La percepción de corrupción ha aumentado. Los señalamientos de enriquecimiento ilícito han aumentado exponencialmente. Puede ser sólo que las comunicaciones ahora son más efectivas y rápidas, pero es percepción.
La cantidad de regulaciones y controles para hacer negocio aumentan casi a diario, pero únicamente en una porción pequeña de la población. Recordemos que se estima que 70%, por lo menos, de la población económicamente activa no tributa de manera directa. Eso es más de 4 millones de personas.
Y como última razón "innata" está el hecho irrefutable que la razón principal de ser del estado ES la seguridad y justicia. No hay más bien común que garantizar seguridad y justicia.
Es así que la bastante absurda propuesta debe ser motivo para que nos cuestionemos el principal problema en materia tributaria: ¿para qué usan el dinero los gobernantes?
Cuando le entremos a esa pregunta, vamos a empezar a entender qué quiere decir priorizar y tendremos, necesariamente, que entrar al problema principal de todo el Estado: ¿para qué sirve un gobierno y qué es aquello que conforma el bien común?





