Recientemente veíamos en las redes sociales el video donde un gatito indefenso era víctima de agresión a manos de un hombre, el cual fue identificado rápidamente por su nombre y lugar de trabajo. De inmediato podía verse el malestar y repudio con que muchos señalaban el acto, personas se manifestaron con ahínco en contra del mismo y su protagonista, solicitando su inmediata captura y despido laboral, así mismo exigiendo más atención respecto al tema del maltrato animal.
Si bien en el video aquel hombre mostraba que lo hacía con morbo y diversión, se pudo notar la diversidad de opiniones de varios grupos que manifestaban sus posturas ante el caso: algunos se expresaban con fuerza en defensa de los animales y otros expresaban su confusión por ver que no se manifiesta con el mismo afán cuando se trata de denunciar los hechos violentos contra seres humanos, y más aún cuando recientemente dos alumnas de una escuela local habían sido víctimas de un ataque violento -una de ellas habiendo perdido la vida-, seguido por el homicidio de una figura pública local, ambos como consecuencia de una sociedad lastimada.
Para entender las posturas, es necesario reflexionar acerca de ambos conceptos, los cuales pueden perderse en el criterio de su interpretación, por tal razón, hice un sondeo preguntando qué era más importante para la sociedad, ¿si la defensa hacia las personas o la defensa hacia los animales?. Lo que pude notar en las respuestas, es que podría confundirse con el concepto de qué va primero, si “el huevo o la gallina”. En la mayoría de los casos las respuestas manifestaron su prioridad hacia el respeto y defensa hacia las personas porque como consecuencia esto los dirigiría a manifestar su respeto hacia el entorno y lo que éste conlleva; por otro lado, otros mencionaron que se debía respetar primero a los animales y la naturaleza, porque así respetando el entorno, ese respeto se vería reflejado en nuestros pares.
Si bien “respeto" y "derecho” son conceptos básicos y muy amplios, suelen confundirse con frecuencia. Algunos grupos exigían respeto por “los derechos” de los animales, sin embargo, los animales no gozan de derechos, ya que “derecho” es todo “aquel conjunto de principios, preceptos y reglas que rigen las relaciones humanas en toda sociedad civil, y a los que deben someterse todos los ciudadanos”. No obstante, quien no respeta a los animales sí está violando uno de esos principios o reglas que rigen a nuestra sociedad. Entonces, dicho lo anterior, en dónde queda el respeto por y hacia las personas y la defensa por las mismas cuando, por ejemplo, la vida es un derecho inalienable.
Cuando exigimos “respeto” nos referimos a “la consideración de que alguien o incluso algo tiene un valor por sí mismo y se establece como reciprocidad: respeto mutuo” sin excepción alguna, sin embargo si el respeto se basa según el valor que éste tenga hacia su persona, si esa persona no tiene noción sobre el respeto o carece del mismo a sí mismo, como consecuencia será incapaz de saber respetar a otra persona; basado en esto, es cuando concluimos cómo difiere la forma en que una sociedad interactúa o funciona.
Si una sociedad está compuesta de familias y éstas en su mayoría son lastimadas y desintegradas por diversas circunstancias, principios básicos de ética y moral, serán difícilmente inculcados o infundidos a sus descendientes; observemos por ejemplo el caso de las “maras” o “jóvenes que se unen a las pandillas en busca de aceptación, compañía, reconocimiento y sentimiento de pertenencia, para sentirse identificados socialmente. La carencia afectiva, familiar y las necesidades de recursos básicos terminan agrupando a los miembros”, por lo tanto difícilmente podrán agruparse para transmitir el respeto que ellos mismos han carecido desde casi siempre.
Entonces, el problema pareciera ir más allá de un gatito lastimado. El tema encierra conclusiones de estudios en otras sociedades, que también nos permiten conocer comportamientos entre el ser humano y los animales, concluyendo así que quienes tienen una mascota tienden a tener más empatía hacia las circunstancias. Sin embargo esto no descarta que quien respeta a los animales también puede manifestar agresión hacia las personas. Por ejemplo: Hitler era vegetariano y abstemio. No comía carne porque representaba la muerte de las criaturas vivientes.
Por otro lado, estudios reflejan que la conducta psicópata tiende a manifestarse en aquellas personas que no muestran respeto hacia los animales, iniciando sus actos de agresión hacia animales seguidas por humanos. Otro factor es la búsqueda por el status que provoca la situación en sí misma: la posición del agresor sobre el agredido, ese estado de control que se manifiesta entre el que tiene el poder y el indefenso, y que puede verse en casos tanto de personas hacia animales, como de personas hacia personas.
Reflexionando así acerca de estos conceptos que tendemos a defender apasionada y enérgicamente, buscamos entonces que siempre haya cierto nivel de empatía y balance hacia las diversas situaciones en que vivimos diariamente como sociedad, lo raro sería entonces observar cierta apatía social o simplemente no mostrar algún tipo de rechazo o interés hacia el tema; por lo tanto, quienes defienden cualquiera de las posturas, lo que buscan o persiguen al final es despertar cierto nivel de advertencia y sensibilidad social, sin importar de qué lado se esté; sin embargo, es importante resaltar que el respeto y la defensa hacia los derechos básicos y fundamentales de las personas deben prevalecer sobre cualquier interés propio, así pues, sabiendo que la vida es un derecho inalienable, merece entonces defenderse con prioridad y prevalencia ante cualquier circunstancia que suceda fuera del marco humano como tal.
Si bien está claro, para que una sociedad progrese y funcione, debe dirigirse con intereses puntuales enfocados hacia el bien común, todos aquellos que como personas individuales, nos hagan construir una sociedad mejor.
