La leyenda de María Mercedes, la niña fantasma del cementerio de Santa Cruz del Quiché, sigue viva. Descubre los relatos de vecinos sobre el espíritu que juega entre tumbas y eriza la piel.
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Son muchas las historias que se cuentan en Santa Cruz del Quiché sobre fantasmas y aparecidos, relatos que pasan de generación en generación y que todavía ponen la piel chinita a quienes las escuchan. Una de ellas la comparte doña María Jiménez, quien vive cerca del cementerio general.
Cuando se le preguntó si creía en fantasmas, respondió con una sonrisa pícara: "No hay que creer ni dejar de creer", dijo entre carcajadas. Y añadió: "Lo bueno y lo malo está en la tierra, y uno no puede ser escéptico, porque algo nos ha pasado a todos".

Según cuenta la tradición, hace muchos años una niña fue dejada sola en su casa mientras sus padres estaban fuera. Aburrida, decidió salir a buscar a una amiga, pero al no encontrarla se dirigió al cementerio.
Curiosa por conocer aquel lugar, comenzó a recorrer los panteones hasta que, al subirse a uno de ellos, resbaló y golpeó su cabeza contra una esquina de mármol, falleciendo al instante.

Desde entonces, los vecinos aseguran que el alma de la pequeña, identificada como María Mercedes, vaga por el camposanto. Algunos afirman haberla visto jugando entre las tumbas; otros escuchan risas infantiles o el llanto de una niña vestida de blanco.
Don Manuel Laínez, albañil encargado de colocar lápidas, narró que en una ocasión, mientras trabajaba, su bote de mezcla fue movido inexplicablemente. "Minutos después escuché la risa de una niña", relató.

Incluso hay testimonios de pequeños que aseguran haber jugado con ella sin saber que se trataba de un espíritu.
En estas épocas del año, los vecinos creen que María Mercedes se aparece, como si buscara compañía para recorrer y jugar entre los panteones. Así, la leyenda sigue viva y continúa estremeciendo a quienes transitan cerca del camposanto.




