Gabriella Lazzari forma parte del grupo de unas veinte mujeres, venecianas de nacimiento o "de adopción", empeñadas en salvaguardar la antigua tradición de la "voga alla veneta", esa forma única de remar de los venecianos, de pie y mirando siempre adelante.
"Llevamos a nuestros estudiantes a remar para que puedan practicar la navegación en góndola sin chocar con los demás ", bromea Jane Corporal, quien fundó hace ocho años la asociación "Row Venice" para preservar esa técnica ancestral.

"Venecia está ahora llena de barcos de motor, la gente no usa más sus botes pequeños, por ese pensamos que hay que preservar esa tradición, no solo la de remar sino también la de construir una góndola, fabricar remos, la llamada 'forcola', todas artes que remontan a varios siglos", explicó a la AFP.
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Lejos de los atestados canales y de los taxis acuáticos, Yezi Jin, un contador de Portland (oeste de los Estados Unidos), ríe a carcajadas al darse cuenta de que con un movimiento de remo mueve la embarcación con la forma de "cola de camarón", como las que aparecen en las célebres pinturas urbanas de Canaletto del siglo XVII.
"Row Venice" ofrece clases de una hora y media a precios que oscilan de los 85 euros para una persona, hasta los 200 euros para un grupo de cinco aprendices de gondoleros.
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Cursos profesionales
La mayoría de las mujeres que enseñan la llamada "voga", también participan en cursos profesionales. La asociación "Row Venice" se ha convertido, además, en patrocinadora de esos eventos.
La australiana, Jane Corporal encontró una manera de luchar en igualdad de condiciones en un deporte y un oficio dominado por el género masculino.
Hoy solo hay una mujer gondolera en Venecia y tuvo que pasar duros exámenes para romper el monopolio masculino de nueve siglos.
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Ahora es una de las que transporta a algunos de los 20 millones de turistas que cada año visitan la ciudad de los Dux.
"El número de personas que alcanzan el certificado para ser gondolero cada año está controlado por una asociación profesional, un círculo muy cerrado", explica Jane Caporal, quien fue analista financiera en el pasado.
"Es un placer lograr que los turistas vivan Venecia desde el agua, explicarles los problemas relacionados con la contaminación o la crecida del agua, la llamada agua alta", admite Gabriella Lazzari.
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"Row Venice" organiza también fiestas en botes en la laguna durante las noches de verano. "Un sueño hecho realidad", comenta Alice Hendricks, de 71 años, los ojos brillantes de emoción tras su primera lección en batela.
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