Hay cosas que tus impuestos no compran, aunque nos quieran engañar. ¿A qué me refiero? Por ejemplo: no son suficientes los planes asistenciales, como el Bono Seguro, aunque sean temporales y ofrezcan una red mínima y necesaria de bienestar a la población. Podemos alcanzar el desarrollo en Guatemala, si estamos claros que el camino es brindar condiciones aptas para la generación de empleo garantizando acceso a una educación de calidad y servicios de salud.
Durante estos últimos dos años se han logrado avances en la institucionalización del combate a la pobreza, aunque aún existen enormes desafíos. Somos el décimo país latinoamericano que apuesta por la creación de un Ministerio de Desarrollo, buscando mediante una sola instancia rectora del sector social, un mayor orden y menor dispersión. Sin embargo, aún persiste el clientelismo en los programas sociales.

Otros países latinoamericanos como Brasil, México y Chile han utilizado los programas de transferencias monetarias condicionadas –TMC- para aliviar la pobreza mediante la transferencia en efectivo, y aumentar el capital humano mediante el cumplimiento de las condiciones, con el fin de romper el círculo de transmisión intergeneracional de la pobreza. El éxito se debe a que están condicionados y vinculados a estrategias de aumento de capacidades. En Guatemala esto aún no funciona así.
Los programas de asistencia social que se utilizan actualmente pueden parecer de primera impresión una buena estrategia. Sin embargo, la institucionalización del combate a la pobreza solamente es resultado directo del auge de los programas de beneficio social clientelar. Pocos, inclusive funcionarios públicos, parecen estar conscientes que para su impacto a largo plazo deben estar acompañados de acciones coherentes que fortalezcan el desarrollo del capital humano.
Por lo tanto, es necesario reforzar y complementar con otros programas de desarrollo social que focalicen y actúen para reducir la situación de desnutrición crónica, así como mejorar la atención al desarrollo infantil temprano. Todo esto acompañado de programas productivos, que permitan a las familias sostenibilidad en un período determinado, al final del apoyo.
Es importante admitir que se han realizado importantes avances en relación a transparencia, identificación de los usuarios y focalización de beneficiarios.
El reto estriba realmente en que Guatemala logrará superar estos desafíos al incrementar la capacidad de los servicios del Ministerio de Salud y de Educación para expandir su provisión (cantidad) y responder a la demanda real de la población en pobreza extrema.
Hay cosas que el dinero no compra. Debemos proponer ir más allá y abrir los ojos a todos de la herramienta que se vende como estrategia para “romper el ciclo de la pobreza”.





