El Congreso se convirtió ayer en el epicentro de los corrimientos políticos provocados por la suspensión provisional de la elección de magistrados a la Corte Suprema de Justicia y Salas de Apelaciones.
El acuerdo entre el Partido Patriota y Lider, que produjo la cuestionada integración de las nuevas cortes, terminó de quebrarse el martes 21 de octubre.
Durante los primeros días del mes, el oficialismo y sus operadores políticos sufrieron un notorio desgaste por la malograda elección. Mientras el delfín de los patriotas, Alejandro Sinibaldi, se movía para salvar el proceso, el precandidato de Lider, Manuel Baldizón, guardaba silencio y bajo perfil.

Ahora se sabe por qué: a la primera que pudo, Baldizón trató de escaparse de un acuerdo que implosionó.
El desmoronamiento comenzó la semana pasada. El Patriota se percató de que Lider planeaba quitarle la alfombra bajo los pies en el Congreso y por ello no se presentaron a la sesión convocada para el jueves 16 de octubre.
Ese mismo día, por la noche, Roberto Alejos anunció que su plan era volver al Palacio Legislativo. "Voy a regresar agresivo", afirmó el viernes por la mañana, al explicar que su intención era atender la crisis institucional provocada por la suspensión de la toma de posesión de las nuevas autoridades en el Organismo Judicial y buscar una reforma constitucional de la justicia. El martes 21, indicó, estaría de vuelta en el Congreso aunque no tuviera oficina.

Para entonces, Alejos ya había pactado con Lider y con algunos partidos minoritarios (UNE, CREO, Winaq, independientes y PRI) que retornaría al Congreso con el objetivo de arrebatarle al Patriota la Junta Directiva.
Para los Patriotas esa no era una buena perspectiva. Con la elección de Cortes suspendida y sin control del Congreso, la situación del partido de gobierno se tornaba vulnerable.
¿Qué pasaría por ejemplo de prosperar el antejuicio contra Gudy Rivera? ¿Quién integraría una eventual Comisión Pesquisidora de antejuicio? ¿Cómo controlaría el diseño y aprobación del presupuesto de 2015 si la Comisión de Finanzas se escapara, oh casualidad, también de las manos de Gudy Rivera y cayera en manos de la oposicón?

La situación se vislumbraba, a todas luces, peligrosa para los intereses gubernamentales.
Durante el fin de semana largo, diputados aseveran que el Partido Patriota "operó" para persuadir a varios diputados para que abandonaran el acuerdo entre opositores. Al no obtener respuestas definitivas optaron por otro camino.
El martes por la mañana, los oficialistas ya habían dispuesto una estrategia para impedir que se llevara a cabo la sesión plenaria convocada a las 2 de la tarde. Con una muchecumbre afín al gobierno, rodearon el Congreso de una manifestación que tenía el propósito de impedir la entrada a los diputados.

Se lo tomaron a pecho: a Roberto Alejos le lanzaron gas pimienta a los ojos y a Mauro Guzmán, de la bancada UNE, también lo agredieron. Alrededor del Palacio de la 9a avenida se formó una batalla campal, con presencia de antimontines.
Los opositores acudieron entonces al Legislativo para entrar sí o sí. Varios de ellos lo lograron.
En el Hemiciclo los esperaba el presidente de ese Organismo, Arístides Crespo.
Se requerían 80 diputados para formar quorum y 80 votos para lograr el cometido principal: introducir una moción privilegiada para cambiar la Junta Directiva y tomar sobre el Organismo de Estado.
La trifulca que había en las afueras del Congreso se trasladó al interior del edificio. Según los opositores, para entonces ya tenían quórum; según los oficialistas no se alcanzó. A medida que se acercaban las dos de la tarde, la discusión subió de tono y en la tribuna de la Junta Directiva se armó una escaramuza para tomar control del micrófono que terminó en empujones, con la diputada Sofía Hernández (antes del PP, ahora integrada a Lider) en el suelo.
El presidente Arístides Crespo, prácticamente solo en el Hemiciclo, decidió dar por terminada la sesión y se retiró del lugar.

En ese momento, estaban presentes dos vicepresidentes del Congreso: Jorge Mario Barrios Falla y Manuel Barquín, ambos de reciente traspaso a Lider. También estaban dos secretarios: Christian Boussinot y el general Alfredo Rabbé. Barrios Falla decidió tomar control sobre la sesión y estuvo a punto de iniciar la discusión de la moción privilegiada.
Ante esa arremetida hacia adelante, el presidente del Legislativo, Arístides Crespo, regresó al Hemiciclo a retomar el control de la sesión.
La estrategia en ese momento fue, no suspender la sesión, sino declarar un receso para evitar que se realizara una eventual votación que pudiera desembocar en el cambio de la Junta Directiva. "Que me traigan mi almohada", dijo Crespo, "yo de aquí no me muevo".

Durante varias horas, las negociaciones en voz baja zumbaron en el lugar. Poco antes de la media noche, la sesión al fin se suspendió.
Los opositores no lograron imponerse, pero se despidieron con una conferencia de prensa conjunta donde aseguraron que tienen los votos necesarios --al menos 96, afirmaron-- para hacerse del control del Legislativo.
El tiempo corre en su contra: el partido de gobierno tiene demasiado que perder en este pulso y continuará presionando para quebrar la alianza entre opositores. Las próximas horas serán cruciales para la resolución de la crisis institucional que vive el país, sin duda la más seria desde el serranazo de 1993.






