Denis y Carlos se levantan a las 5 de la mañana para acompañar a su mamá, desde el sur de la capital hasta el mercado de la Terminal en la zona 4, en donde los tres venden aretes sobre una tarima.
Estos dos hermanos tienen una infancia fuera de lo común, ya que, con no más de 12 años, ya han tenido que trabajar para ganarse el sustento; y hace 6 meses experimentaron la pérdida de su hermano mayor, víctima de la violencia.
Ellos y otros 25 niños más que estudian en la escuela del Programa Educativo del Niño, Niña y Adolescente Trabajador (Pennat), reparten su vida diaria entre buses urbanos destartalados, el trabajo en medio de la multitud de compradores y vendedores del mercado de la Terminal y la educación primaria.
"Algunos se levantan desde las 3 de la mañana. Muchos vienen muy cansados y tengo que adaptar el programa escolar y las actividades a sus horarios", explica Claudia Chávez, maestra del Pennat.
A sus circunstancias sociales se añade el hecho de que el espacio en el que funciona actualmente, el Pennat se reduce a un callejón al que tuvieron que adaptarse desde hace 6 meses, debido al incendio que consumió el segundo nivel del mercado, en donde estaba ubicada la escuela.
Pero en medio de la difícil situación que para ellos es normal, la ternura se abre paso en el corazón de Carlos, quien dedicó su tarjeta del día del niño a Denis, su hermano.
"Felíz día del niño, hermanito chulo, te quiero mucho. Que Dios te bendiga", le dice en la tarjeta.