Para hacer un retrato de alguien sólo necesitas una cámara o al menos eso es lo que piensa la mayoría de la gente. Para mí un retrato no es más que captar la esencia de una persona en una imagen. Para lograr un retrato que realmente impacte, no se necesita que siempre todos estén llorando o riendo hilarantemente. Lo que más disfruto de la fotografía es poder contar una historia por medio de la cámara.
Para lograr un buen retrato es fundamental hacer una conexión con la persona, no podemos llegar y solo tomar la fotografía y huir rápidamente del lugar para no tener que confrontar a la persona. En la foto periodística se trata de hacer eso, tomar las fotografías sin influencia alguna porque de esa manera podríamos alterar la realidad, pero lo que yo hago no es fotoperiodismo, a mi me gusta interactuar con mis sujetos.
¡Pero mejor les cuento el proceso!
Don Mateo, esta fotografía fue tomada para el uno de diciembre en Sumpango, para el día de los muertos. Ese día decidimos ir con un grupo de amigos fotógrafos a las 5am al lugar para atrapar las mejores horas de luz y porque a esa hora la gente del pueblo está en el cementerio adornando las tumbas de sus seres queridos. Luego de caminar un poco por el lugar encontré a un señor subido en una escalera y a su esposa agarrándole la escalera mientras él pintaba donde estaban sus padres; al pasar el señor no podía bajar el bote de pintura y lo ayudé a bajar, luego nos quedamos platicando, me contaba de que ellos eran sus padres Mateo y María. Desde décadas Don Mateo llega sin faltas cada 1 de noviembre a hablarles, contarles de su vida, dejarles flores y pasar un tiempo con ellos. Sus hijos y nietos ya no lo acompañan, ellos ya tienen sus asuntos, me contaba mientras en su cara tenía una sonrisa de oreja a oreja al hablar y recordar a sus padres. En toda lo conversación no quería tomar la cámara, no hice ni una fotografía, esperé hasta el final cuando supiera qué historia contar con la fotografía y la realice, en la fotografía ven a Don Mateo feliz de recordar a sus papás, los cuales podemos ver atrás escritos.
Esta es otra fotografía del mismo día en Sumpango, pero un poco más temprano. Este señor estaba decorando una tumba.
Y un poco más a la izquierda así estaba realizando su fotografía el amigo Tono Valdés (al frente) y Luis Toledo atrás iluminando.

Nunca me había subido a un cayuco y esta fue la primera vez, ¡Realmente ya sentía que en cualquier momento dábamos vuelta! Ya subidos en el cayuco estábamos divirtiéndonos mucho, entre broma y broma les pregunté ¿No les da miedo que el cayuco se de vuelta? Y me dieron la mejor respuesta que pude haber recibido “¿Vos crees en Dios?” No hubo necesidad de responder y desde ese momento se fue toda preocupación.
Entre foto y foto se veía la cara de diversión de los niños, pero ellos esto es un pasatiempo, es su vida y su manera de jugar.
Como les decía, detrás de cada retrato debe haber una historia, por muy pequeña o grande que sea. Si empezas a interactuar con tu mundo, con tus modelos verás que nadie te dirá un NO a una fotografía, incluso te la pedirán. Nunca le digas a una persona que sonría para una foto, hazla sonreír. Date cuenta de que el mundo está lleno de historias y todos las queremos contar y escuchar. Los retratos son algo tan íntimo, es tomar un momento de la vida de una persona y hacerlo perdurar para siempre y no creo que querrás ver a esa persona con una sonrisa fingida o incluso ni haber sabido ni quién era. ¡Enséñame tus fotografías! Quiero escuchar esas historias.

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Un gran abrazo, Jorge Ortiz.






