Principales Indicadores Económicos

Vergonzoso espectáculo en la USAC

  • Por Soy502
14 de febrero de 2015, 18:23

Muchachos con los calzoncillos hechos harapos, algunos obligados a llevar ropa íntima de mujer.

Charcos de lodo, apestosos a desechos humanos, donde obligan a los jóvenes, incluso a las mujeres, a revolcarse como si fueran cerdos.

Risotadas, insultos.

El espectáculo que han dado algunos estudiantes de la Universidad de San Carlos, de las facultades de Agronomía y Medicina (¡de Medicina!) es vergonzoso.

La violencia ejercida por diversión, la humillación gratuita y el derroche de crueldad que han mostrado los instigadores de estos penosos “ritos de iniciación” provocan tristeza y repugnancia.

Al mirar el video que documentó esta tradición que celebra la tortura, tan solo se puede pensar que esta es una sociedad a merced de vándalos rapaces, hambrientos de cualquier oportunidad para hacerle daño al otro.

Resulta evidente que en nuestra sociedad hay demasiadas personas doblegadas, pisoteadas, oprimidas, para que tantos jóvenes se muestren deseosos de ejercer algún tipo de venganza y se presten, raudos y obedientes, a mortificar a los demás, como si quisieran cobrarles las ofensas sufridas a lo largo de la vida.

Las imágenes destilan rabia. “Mátenlos, mátenlos”, grita la turba, mientras le lanzan cohetes a los estudiantes de nuevo ingreso, a quienes llevan desnudos y amarrados.

En este espectáculo, la violencia sexual también resulta inquietante. ¿Por qué pretenden ofender gritando “hueco, hueco”? ¿Por qué los visten de mujeres, les pintan genitales en la espalda y los amenazan con violarlos?

Más que reafirmar su condición de machos, los verdugos de los “bautizos” dejan entrever las dudas que deben asaltar a muchos de ellos acerca de su virilidad. Si se sienten tan seguros y orgullosos de su hombría, ¿por qué hay que demostrarla a gritos y golpes? ¿Por qué denigrar otra forma de concebir la masculinidad? 

El Rector debería ejercer toda su autoridad para sancionar estas tristes salvajadas, más propias del circo romano que de una casa de estudios.

Y no, esta reflexión no tiene nada que ver con el origen de mi formación universitaria. Más bien está anclada en la convicción de que el ingreso a una institución académica debería ser una ocasión para celebrar y enaltecer el espíritu ante el desafío intelectual, y de ninguna forma, bajo ningún pretexto, mancillar a una de las casas de estudios más antiguas de todo el continente, convirtiéndola en un remedo de campo de prisioneros o de porqueriza.

Los sancarlistas deberían ser los primeros en defender la verdadera tradición de su alma máter. Hay que desbancar a esa tiranía de la mediocridad que ha echado sus téntaculos sobre una institución que en otros tiempos le dio lustre a las letras y la ciencia, no solo de Guatemala, sino de la región.

Obteniendo...
Obteniendo...
Obteniendo...
Obteniendo...
Obteniendo...
Obteniendo...
Obteniendo...
Obteniendo...
Obteniendo...
cerrar