Lunes 18 de julio de 1949. El coronel Francisco Javier Arana viajaba en un carro oficial. Detrás le seguían dos camiones: uno vacío y otro con 25 soldados.
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La misión era sencilla: recoger unas armas almacenadas en la casa de descanso del presidente, en Amatitlán, y llevarlas al cuartel del ejército. No imaginó que ese viaje le costaría la vida.
El conflicto
Unos días antes, Arana, que era jefe del Estado Mayor del Ejército, había tenido un altercado feroz con el presidente Juan José Arévalo.

Arana pensaba que era muy peligroso que en el chalet del presidente hubiera un arsenal, pues cualquiera podía robarlo. Sin embargo, las armas eran solo una excusa para el pleito. El verdadero problema era la candidatura oficial a la Presidencia en las elecciones de 1950.
Dos coroneles aspiraban a esa posición: Francisco Javier Arana y Jacobo Árbenz Guzmán, que entonces era Ministro de la Defensa.
Versión de Arévalo
La tarde en que mataron a Arana, el presidente Arévalo emitió un comunicado.

Dijo que el vehículo donde viajaba Francisco Javier Arana había sido emboscado por delincuentes, que más de 25 hombres lo interceptaron y lo mataron.
Jacobo Árbenz, el Ministro de Defensa, dio otra explicación: dijo que el plan era capturar a Arana, que éste ya se había rendido y se iba a entregar, pero que su guardaespaldas se puso nervioso y disparó.
Los militares respondieron al fuego y en el intercambio de disparos murió Arana.




