En respuesta del ataque iraní, el primer ministro israelí, respaldó las acciones militares de su gobierno y prometió represalias severas.
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El gobierno israelí responsabilizó a Irán por el ataque, que causó daños importantes al hospital Soroka de Beerseba, en el sur del país. Este centro médico atiende principalmente a soldados heridos provenientes del conflicto en Gaza. Según los servicios de emergencia, el saldo fue de 47 personas heridas.

La reacción de Israel fue inmediata pues el ministro de Defensa, Israel Katz, lanzó duras acusaciones contra el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, a quien responsabilizó directamente por ordenar ataques deliberados contra infraestructura civil.

Katz afirmó que se trata de crímenes de guerra graves y aseguró que Jamenei deberá pagar por sus acciones. Esta declaración elevó el tono del conflicto, dejando entrever posibles represalias más agresivas por parte del gobierno israelí.
En respuesta del ataque iraní, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, respaldó las acciones militares de su gobierno y prometió represalias severas "Los dictadores terroristas iraníes dispararon misiles contra el hospital Soroka de Beerseba y contra civiles. Haremos pagar un alto precio a los tiranos de Teherán" advirtió.

A raíz del ataque, se emitieron alertas en distintas regiones de Israel, obligando a la población a resguardarse en refugios. Este escenario incrementó el clima de tensión entre ambos países, alimentando el temor a una confrontación militar abierta en toda la región.
Israel intensificó su ofensiva aérea contra Irán, dirigiendo bombardeos hacia sitios clave relacionados con su infraestructura nuclear. Entre los objetivos atacados se encuentran una instalación de desarrollo nuclear en Natanz y un reactor inactivo en Arak.

El ejército israelí informó que al menos 40 aviones participaron en estas operaciones, alcanzando decenas de puntos estratégicos vinculados al programa nuclear iraní. Estas acciones se producen mientras Estados Unidos, aliado cercano de Israel, mantiene una postura ambigua pero atenta.
El presidente Donald Trump no descartó la posibilidad de una intervención militar con el objetivo de frenar el avance del programa nuclear iraní, que, pese a los desmentidos de Teherán, continúa siendo objeto de fuertes sospechas por parte de la comunidad internacional.

Por otro lado, el líder supremo iraní, Ali Jamenei reforzó su postura, advirtiendo que responderá con contundencia ante cualquier acción militar de Estados Unidos. El gobierno iraní dejó claro que mantiene "todas las opciones sobre la mesa" y subrayó que una intervención estadounidense provocaría consecuencias graves e irreversibles.
Mientras tanto, Washington refuerza así su apoyo político a Israel sin comprometer, por ahora, una acción directa.
Con información de AFP