La avenida Simeón Cañas guarda historias de más de un siglo, que reflejan su transformación y la de la ciudad capital.
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Esta arteria, de aproximadamente un kilómetro de largo, es todo un pasaje lleno de referencias arquitectónicas e históricas que han sobrevivido al paso del tiempo.
Es muy común que al transitar por el lugar se observen enormes casas que datan del siglo XX, construidas con estilos neocoloniales y art déco, debido a que desde inicios del siglo pasado se convirtió en una de las zonas residenciales más cotizadas.
Esta avenida adoptó varios nombres a lo largo de los años, primero fue conocida como Avenida del Hipódromo o Avenida de Minerva. Pero en 1920 se nombró José Simeón Cañas, como actualmente se conoce.

A principios del siglo pasado, exactamente en 1901, este lugar tomó gran relevancia, pues al final de la avenida se construyó el Templo de Minerva, con motivo de las Fiestas Minervalias organizadas por el entonces presidente, Manuel Estrada Cabrera.
Un lugar para convivir
Actualmente, la avenida sigue manteniéndose como zona residencial y a su vez alberga algunas instituciones, pero más allá de esto, se ha convertido en una gran opción para quienes buscan distraerse, especialmente buscando un ambiente familiar, pues en esta funciona el programa municipal Pasos y Pedales.
Además, en su extremo norte hay atracciones como el diamante de béisbol Enrique "Trapo" Torrebiarte, el Mapa en Relieve y el Hipódromo del Norte, que consta de un parque al aire libre rodeado de naturaleza y un pequeño parque de diversiones con juegos mecánicos.

Sumado a esto, la avenida Simeón Cañas es el punto de referencia de los capitalinos cada vez que llega agosto, pues esta alberga la Feria de Jocotenango en honor a la Virgen de la Asunción.
No importa la hora o el día de la semana, al transitar por la avenida Simeón Cañas es común ver gente disfrutando de los amplios tramos peatonales, paseando a sus mascotas, ejercitándose, yendo en bicicleta o enfilándose hacia el Hipódromo del Norte.




